viernes, 19 de junio de 2015

Las 7 Reglas de Paracelso para la vida práctica


Las 7 Reglas de Paracelso para la vida práctica


Médico suizo nacido a finales del siglo XV, Paracelso fue muy criticado y segregado por la concepción que tenía del ser humano, de la medicina, de los tratamientos y de las enfermedades, que diferían de las establecidas en la época. Decía que las universidades no enseñaban todas las cosas que deberían y que el médico debe ser un viajero, porque la sabiduría es la experiencia. Entre sus muchos aportes, promulgó lo que se conoce como sus Siete Reglas.

Teofastro Paracelso fue un médico que trabajó también la alquimia. Nació a finales del siglo XV, en 1493, en Suiza. En 1530 formuló la descripción clínica de la sífilis, hasta entonces desconocida y en 1536 publicó El Gran Libro de la Cirugía.

Su madre murió cuando era muy joven y su padre, médico y químico, le enseñó la teoría y la práctica de la química cuando se mudaron para el sur de Austria, lo que le permitió establecer el rol de esa ciencia en la medicina. El joven Paracelso aprendió mucho de los mineros de la zona acerca de los metales y se preguntó si algún día descubriría la forma de transformar el plomo en oro.

Se dice que se graduó en 1510 en la universidad de Viena a los 17 años, pero se cree que fue en la Universidad de Ferrara en 1516. No era hombre de establecerse en un lugar, por lo que después de recibirse, pasó su vida en casi toda Europa. Fue muy criticado y segregado por la concepción que tenía del ser humano, de la medicina, de los tratamientos y de las enfermedades, que diferían de las establecidas en la época. Participó como cirujano en las guerras holandesas. Incursionó por Rusia, Lituania, Inglaterra, Escocia, Hungría, e Irlanda.

En sus últimos años, su espíritu viajero lo llevó a Egipto, Arabia, Constantinopla y por cada lugar que visitaba aprendía algo sobre y medicina.

Luego de viajar por 10 años, regresó a Austria en 1524 donde se convirtió en El Gran Paracelso a los 33 años y fue designado como médico del pueblo y conferencista de la Universidad de Basel, donde estudiantes y personas de toda Europa concurrían a escucharlo. Su fama se difundió por todo el mundo conocido. Escribió acerca del poder preventivo y curativo de la naturaleza.

En 1541, a los 48 años de edad, Paracelso murió en circunstancias misteriosas.

Entre sus muchos aportes, promulgó lo que se conoce como las Siete Reglas de Paracelso: Si por espacio de algunos meses se observan rigurosamente las prescripciones que a continuación se dan, verá operar en su vida un CAMBIO TAN FAVORABLE que jamás las abandonará. 

Para que obtengas el éxito deseado, precisa, eso si, que adaptes tu vida a la estricta observancia de estas reglas. Son sencillas y fáciles de seguir, pero hay que observarlas con perseverancia bien sostenida. ¿No crees que la DICHA bien valga algún esfuerzo? Si no eres capaz de seguir estas reglas tan fáciles, ¿Con que derecho pudieras quejarte de tus fracasos? ¿Que costaría hacer una prueba? Son reglas enseñadas por la más antigua sabiduría y hay en ellas más TRASCENDENCIA de lo que su sencillez te lleva a suponer.






1. LO PRIMERO ES MEJORAR LA SALUD

Para ello hay que respirar profunda y rítmicamente al aire libre, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una montaña. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, en promedio, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más completo posible, evitar el alcohol, el tabaco y la automedicación, así como bañarse diariamente, en la mañana y al acostarse, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2. DESTERRAR ABSOLUTAMENTE DEL ESTADO DE ÁNIMO, POR MÁS MOTIVOS QUE EXISTAN, TODA IDEA DE PESIMISMO, RENCOR, ODIO, TEDIO, TRISTEZA, VENGANZA Y DE POBREZA.

O sea, para ello debe huirse, como de la peste, de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas, vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento, que la base de sus ocupaciones, discursos y conversaciones sean tópicos no éticos ni morales. Esta regla es de importancia DECISIVA, por cuanto se trata de cambiar la contextura espiritual del ALMA. La suerte, el azar no existe,  y el destino depende de los propios actos y pensamientos.

3. HACER TODO EL BIEN POSIBLE

Esto es, auxiliar a todo desgraciado siempre que se pueda, pero jamás tener debilidades por ninguna persona. Sin afectos o sentimientos. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo hueco.

4. HAY QUE OLVIDAR TODA OFENSA, MÁS AÚN: ESFORZARSE SIEMPRE POR PENSAR BIEN DE TU MAYOR ENEMIGO.

Tu alma es un templo que no debe jamás ser profanado por el odio. Por ejemplo, todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior. Hay que destruir todas las capas superpuestas de viejos hábitos, pensamientos y errores que enmascaran la profunda esencia del ser, que es perfecta.

5. RECOGERSE TODOS LOS DIAS, POR LO MENOS MEDIA HORA, EN DONDE NADIE PUEDA PERTURBAR

Sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y NO PENSAR EN NADA. Explica que eso fortifica enérgicamente el cerebro y el espíritu, y te pone en contacto con las buenas energías. En este estado de recogimiento y silencio, suelen surgir a veces ideas luminosas susceptibles de cambiar toda existencia, que con el tiempo uno se llega a percatar que fueron un elemento fundamental para la solución vigorosa de problemas por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el DAIMON de que hablaba Sócrates, Todos los grandes espíritus se han dejado guiar por esa voz interior.   Y es que ellas brotan de esa dimensión profunda y honda del ser humano. Pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo, destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por el imperfecto del vehículo (cuerpo) que le ofreces hoy para manifestarse.

6. GUARDAR ABSOLUTO SILENCIO DE TODOS LOS ASUNTOS PERSONALES.

O sea, abstenerse, como si se hubiese hecho un juramento solemne, de referirte a los demás, aun a tus más íntimos, todo cuanto se piense, se oiga, sospeches, aprendas o se descubra, por tiempo hasta tanto se verifique, compruebe o se tenga la completa certidumbre debes ser como CASA TAPIZADA o JARDIN SELLADO. Es regla de suma importancia.

7. JAMÁS TEMER A LOS HOMBRES, SERES HUMANOS, NI QUE INSPIRE SOBRESALTO LA PALABRA “MAÑANA”.


Decía Paracelso, que cuando el alma está fuerte y limpia, todo te saldrá bien. Jamás creerse solo, ni débil. Porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu, no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien se debe temer es a UNO MISMO. El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas energías e influencias y con ellas el desastre. Si estudias  atentamente a las personas triunfadoras, se verá que intuitivamente observan gran parte de las reglas que anteceden. Por otro lado, la riqueza no es sinónimo de dicha, muchas personas de las que allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas de las virtudes que arriba se mencionan. Puede ser uno de los factores que conduzcan a ella, por el poder que ofrece para hacer buenas obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el EGOISMO. Jamás te quejes de nada, hay que dominar los sentidos; huir tanto de la Humildad como de la vanidad y la  Autocompasión. Son funestas para el éxito. La autocompasión y humildad sustrae fuerzas y la vanidad las paraliza, es tan nociva, como si dijéramos: Pecado mortal contra el ESPIRITU SANTO. Muchos grandes seres han sido despeñados de las más encumbradas cimas por la VANIDAD; a ella debieron su caída Hitler, Mussolini y muchos otros.

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