viernes, 23 de enero de 2015

EL MITO DE LA CAVERNA o la situación del ser humano ante el conocimiento

El mito de la caverna (también llamado alegoría de la caverna) es una explicación metafórica, ideada por el filósofo griego Platón, sobre la situación del ser humano ante el conocimiento.

En la narración del mito, Platón nos presenta a varios hombres prisioneros en una caverna. Al estar atados por el cuello, no pueden girar su cabeza y solo alcanzan a ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos hay una hoguera que ilumina la cueva, y un pasillo por el que circulan hombres con todo tipo de objetos. Las sombras de estos últimos se proyectan en el fondo de la caverna, y esto es lo que ven los encadenados: proyecciones que confunden con la realidad.

El mito de la caverna da un giro cuando uno de los prisioneros es liberado, sale de su ‘prisión’ y comprueba que la realidad es otra (este sería el filosofo), con un mundo de ideas que "proyectan" lo que nosotros llamaríamos lagos, árboles, animales (todas las cosas)… Este mundo representaría el mundo de las ideas de Platón, donde estas las ideas esenciales de cada cosa en el mundo, donde también están las ideas matemáticas, luego ideas más puras como la de belleza, justicia, etc.; la más pura de todas que es la idea de "BIEN", representada en el mito como el sol, es una idea tan pura que con solo contemplarla nos quema los ojos.

Feliz con su averiguación, el prisionero liberado vuelve con sus antiguos compañeros para relatarles que fuera de la caverna se encuentra la realidad, y que lo que ven no son sino sombras.

¿Cuál es la reacción de quiénes aún permanecen en la caverna? Se ríen del liberado. Piensan que la luz le ha cegado, que por eso dice tales cosas. Para demostrar lo contrario, el citado hombre libre trata de quitar las cadenas al resto, pero estos se niegan y amenazan con matarle.


El mito de la caverna de Platón pretende afirmar que muchos vivimos cómodos en el engaño, cuando hay una realidad ahí afuera esperándonos. Ese sería el objetivo de la filosofía para Platón.

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