jueves, 29 de diciembre de 2016

Psicología del perdón: aprendiendo a sanar las heridas del pasado

Psicología del perdón: aprendiendo a sanar las heridas del pasado


 En 2006, la Asociación de Psicología Americana (APA) publicó una recopilación de investigaciones en torno a la psicología del perdón y la reconciliación en el ámbito de conflictos con repercusión a escala social, como los atentados del 11 de septiembre de 2001 y actos de violencia masiva.

En el documento, titulado “Forgiveness: A Sampling of Research Results”, la APA define el perdón como un proceso (o el resultado de un proceso) que involucra un cambio en las emociones y actitudes hacia un ofensor. El resultado del proceso se describe como una disminución en la motivación para tomar represalias o guardar la lejanía respecto a un ofensor a pesar de sus acciones, y requiere dejar ir las emociones negativas que se experimenten hacia él.

El perdón es un proceso independiente que no debe ser confundido con excusar, condonar, indultar ni olvidar. Según la APA, todos estos son, a la vez, procesos individuales que involucran otro tipo de concientización y no conllevan los mismos resultados. De este modo:

   Excusar implica tomar la decisión de no responsabilizar a una persona o grupo por una acción.
   Condonar supone que no vemos la acción como negativa o inadecuada y que no consideramos necesario perdonar a su autor.
   Indultar equivale a absolver a una persona de los crímenes por los que había sido condenada, y le corresponde únicamente a una figura social representativa.
   Olvidar es remover la ofensa del pensamiento.

EL PERDÓN DEBE SER VISTO POR QUIEN LO CONCEDE COMO UN FAVOR AUTODIRIGIDO QUE VIENE A OTORGAR BENEFICIOS INTERNOS, NO EXTERNOS

El perdón ha sido, como el conflicto, un proceso fundamental en la historia evolutiva del ser humano, así como un tema de atención crítica, no siempre desde el plano científico, pero sí desde la reflexión y el análisis consciente.
A pesar de esto, ha sido cuestión de apenas una década el estudio profundo y sistemático de los factores que influyen en la consolidación del perdón y sus beneficios para quien lo otorga. Como resultado, hoy es posible saber a ciencia cierta que perdonar concede a las víctimas de una ofensa:

   Una mejora en la salud física y mental.
   Una restauración del sentido de empoderamiento personal.
   Una posibilidad clara y sana de reconciliación entre el ofendido y el ofensor.
   Una sensación de esperanza por la resolución de un conflicto.
   Un cambio positivo en el esquema afectivo.

Cuatro claves para el camino hacia el perdón

LA OBSESIÓN CON EL PERDÓN ES TAN MALSANA COMO LA OBSESIÓN CON LA VENGANZA. EL PERDÓN TOMA TIEMPO

Por supuesto, el perdón no es solo un proceso interno esencial para librarse de emociones negativas y reforzar la buena salud mental, también es un camino empinado cuyo recorrido puede implicar años de resentimiento y ansias de tomar represalias en contra de un ofensor.

El énfasis de la psicología en investigar a lo largo de los últimos años acerca de las bases del perdón ha concluido, sin embargo, en algunos datos clave para propiciar la apertura al perdón y hacer más sólido el proceso.

A continuación, se presentan cuatro aspectos derivados de investigaciones científicas para mejorar la disposición al perdón y aprender a sanar las heridas del pasado.

El perdón es para quien lo concede, no para quien lo recibe

Un lastre común que dificulta el perdón es que las personas asumen que el hecho de perdonar equivale a minimizar la gravedad de la ofensa, restar importancia a su sufrimiento o permitir que quien los hirió se salga con la suya.

El psicólogo Frederic Luskin, director del proyecto Stanford Forgiveness Project enfocado a estudiar a las personas que se han visto afectadas por conflictos políticos internacionales, explica que el perdón debe ser visto por quien lo concede como un favor autodirigido que viene a otorgar beneficios internos, no externos.

Perdonar, porque la herida que sufrimos pudo haber sido causada por nosotros en otras circunstancias

El perdón desde la empatía, según el psicólogo Everett Worthington, cuya trayectoria en el estudio del perdón es amplia y destacable, explica que una práctica que impulsa y facilita perdonar es el ejercicio de ponernos en el lugar de la otra persona, es decir, de quien nos lastimó.

Cuando decidimos poner en práctica la empatía somos capaces de abrirnos a los posibles sentimientos o conflictos que nuestro ofensor atravesaba al momento de cometer sus actos.

Una técnica efectiva para esto es el ejercicio de la silla vacía, que consiste en sentarse frente a una silla vacía y vaciarnos emocionalmente como si en ella estuviese sentada la persona que nos ofendió. El proceso incluye cuestionar a esa persona por lo que hizo y, más adelante, cambiar lugares y ocupar su silla para dar respuesta a nuestras propias preguntas.

El ejercicio está pensado para despertar sentimientos de empatía o incluso de lástima hacia el ofensor, lo cual reduce el malestar y las emociones negativas.

El perdón toma (y debería tomar) tiempo

La obsesión con el perdón es tan malsana como la obsesión con la venganza. Perdonar, dice Luskin, toma tiempo y uno debe tener plena conciencia de ello para evitar ejercer presión sobre sí mismo y “dejar que las heridas sanen y que la mente se recupere del trauma”. 

Cuando se trata de conflictos de alto impacto, la psicoterapia es fundamental para ayudar a las personas a asimilar lo ocurrido y apoyar el proceso de perdón, que tampoco tiene por qué suponer un proceso de reconciliación con el ofensor, sino de liberación personal.


domingo, 27 de noviembre de 2016

¡Hola! Soy la ansiedad!




¡Hola! Soy la ansiedad, no te asustes…

¿Por qué te asustas tanto ante mi presencia? Sé que te sientes fatal cada vez que aparezco, que te desesperas y quisieras mandarme literalmente a la mierda, sé que si pudieras me matarías, sobre todo porque crees que soy yo la que te quiere matar o hacer daño, pero créeme, si no lo he hecho ya, no lo voy a hacer.

No estoy aquí para hacerte daño, no te voy a volver loco, ni voy a hacer que estalles de vergüenza o desesperación. Creo que ya te lo he demostrado cada vez que llego a tu cuerpo, te descompongo y te asusto, pero al final del día ni te he matado, ni he hecho que te vuelvas loca, ni que revientes de desesperación.

Si pudiera hacerlo, pues mira, no me tientes, no sé si lo haría, a veces te lo mereces… jejeje… disculpa por la broma de mal gusto y por la risa malévola, pero es mi extraño sentido del humor. No, no es esa en absoluta mi intención.

La verdad es que aparezco y te hago sentir todo eso porque no he logrado encontrar otra manera de hacerme escuchar por ti. Estás siempre tan ocupada tratando de ser exitosa, productiva, capaz, importante, etc., y sobre todo demostrando a los demás que eres digna de ser amada, querida, valorada, que no escuchabas mis pequeñas señales, y mira que soy insistente y me hago notar…

¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste aquella noche ese insomnio tan desesperante? ¿O aquel día que sin razón aparente empezaste a llorar en la situación más tonta? Bueno, pues todas esas veces era yo tratando de que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida, seguiste con tu misma manera de pensar. Entonces intenté algo más fuerte, hice que te temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te sudaran las manos… pero tampoco me quisiste escuchar.

Pero te lo digo en confianza, ya que nos conocemos de hace tantos años, los dos sabemos que sentías mi presencia, por eso cuando te quedabas tranquila, o era momento de estar sólo contigo misma, te empezabas a poner nerviosa, como si algo te impidiera a estar relajada. Te desesperabas porque no entendías con tu mente racional lo que estaba pasando, y claro, con tu mente racional no me ibas ni me vas a entender nunca.

Por eso me he rendido y he decidido escribirte. Y te felicito si estás leyendo lo que te digo y has llegado a estas alturas de la carta, porque eso significa que ya tienes el valor de escucharme, y créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran habilidad para evitarme y salir corriendo, huyendo de mí como huirías de un monstruo en un bosque oscuro.

Como esas veces que las que me evitas y te distraes durante horas con el móvil chateando con amigas, o echándole un vistazo a cualquier red social, o embobándote viendo la televisión casi sin echar cuentas a lo que ves… tratando de algún modo vivir las vidas de otras personas, muchas de las cuáles ni siquiera conoces, y todo para no enfrentar lo que no te gusta de la tuya.

O esas otras situaciones en las que con un par de copas, aunque te estás divirtiendo con tus amigas, lograbas adormecer tus nervios e inquietud. Y ni qué decir tienes de esas otras substancias que más allá de adormecerte, hacen que te fugues de esta realidad, tu realidad, la que no soportas ni quieres enfrentar.

Pero bueno, espero que ahora estés preparada para enfrentar tu realidad y escucharme por fin. Espero que estés lista para enfrentar la verdad de tu vida y de ti misma tal y como es, sin máscaras, sin dobleces, sin atajos imposibles, sin aspiraciones que no son realistas y que te cansan y desgastan.

Te voy a decir las cosas tal y cómo son.

Principalmente, lo que llevo tratando de decirte todo este tiempo es que ya es hora de evolucionar, necesitas hacerlo, lo siento, no hay de otra. Necesitas crear cambios muy profundos dentro de ti, pues por alguna razón no estás disfrutando de tu vida y no te sientes plena. Por eso yo estoy aquí, para ayudarte a recuperar esa plenitud que habita dentro de ti, y para lograrlo tendrás que deshacerte de lo que te impide tomar contacto con ella.

Estoy aquí para ayudarte a ver precisamente qué te impide contactar con tu sentido de vida, con tu pasión por vivir, con tu alegría y con la esencia de tu verdadero ser. Cada vez que yo aparezca en tu vida será porque por ti misma no te estarás dado cuenta que no estás siendo plena y feliz, así es que si vuelvo a aparecer, no te asustes, mejor agradéceme que llegué y escúchame.

Si realmente me escuchas no tardarás en hacer los cambios que necesitas hacer en tu vida, te pondrás manos a la obra inmediatamente, aunque cueste y tengas que hacer un gran esfuerzo y poner en empeño en ello. Claro, eso si quieres realmente sentirte bien de nuevo. Y sí, sé que quieres, pero también sé que quieres y es más fácil seguir en la comodidad de vivir con lo “conocido”, aunque lo conocido te haga daño.

Prefieres seguir buscando la aprobación y aceptación de los demás, haciendo lo imposible por llamar su atención, buscando seguridad y confianza en otras personas menos en ti, prefieres que los demás sean más responsables de tu persona que tú misma. Y claro, te entiendo, todos quisiéramos regresar a la barriguita de nuestra mamá y despreocuparnos de todo (ves, otra vez apareció este extraño sentido del humor que tengo).  Pues siento decirte que sólo entrando en un baño de aguas termales, podrás acercarte a esa experiencia, pero aunque te relajes no podrás estar mucho tiempo así, sería malo para tu salud. En serio, necesitas asumir que eres responsable de ti y que solamente tú me podrás escuchar, y cuando me escuches y vea que me hiciste caso créeme que me iré. Sólo tú puedes hacer que me vaya. Me iré en cuanto vea que estás haciendo esos cambios en tu vida, cuando vea que estás en camino en tu propia evolución personal, y que estás dispuesta a crecer y recuperarte a ti misma. Mientras no lo hagas lamento decirte que aquí seguiré. Y créeme, aunque sea mi trabajo a mí también me cansa, pero soy muy honrada y cumplidora.

En conclusión, si hoy estoy aquí es porque me necesitas. Necesitas de mí para modificar tu manera de interpretar tu realidad, la cual, permíteme decirte, está un poco distorsionada. Necesitas deshacerte de creencias que no sólo no te ayudan sino que incluso te limitan, necesitas reconciliarte y aceptar todo eso que te causó rabia y que guardas en tu interior. Necesitas deshacerte de ese enojo que guardas a tus seres queridos y recuperar tu libertad interior.

Necesitas de mí para hacer lo que te gusta en la vida, para ser tú misma, perder el miedo al rechazo o el abandono de los demás por ser realmente como eres. Necesitas de mí para ponerle límites a las personas que te lastiman, para que te agarres de valor y aprendas a decir que “no”, para que dejes de mendigar amor con quien no te merece, para que dejes de depender de la existencia de tu pareja para ser feliz, para que de una vez por todas cuides tu cuerpo y veles por tu salud.

¿De qué otra manera le habrías puesto atención a tu cuerpo? Probablemente de muchas maneras, pero es mi función, aunque te fastidie ¿verdad?, sobre todo cuando tienes ese dolor en el pecho, o cuando te cuesta respirar y parece que tus pulmones no se llenan suficiente de aire, o cuando parece que no puedes tragar con facilidad, o cuando te mareas y sientes que te vas a desmayar, etc. Necesitas darle a tu cuerpo el alimento que necesita, dejar de criticar tu físico y agradecerle por lo que te da, haz que sude y que se mueva, y duerme las horas que necesitas.

¿Por qué abusas de ti y te exiges tanto? No entiendo porque lo haces si lo tienes todo, lo eres todo, tienes toda la capacidad que necesitas para crear tu propia realidad, pero te tratas a ti misma como tu propia esclava, eres demasiado severa contigo, y estoy aquí para pedirte simplemente que dejes de hacerlo.

Así es que ya sabes, si realmente quieres que me vaya y vuelva sólo las veces que se estrictamente necesario y sin que te asustes tanto, toma el timón de ti misma, pregúntate qué has hecho que ha alterado tu equilibrio interior. Pregúntate realmente cómo quieres vivir y lucha por esa vida, tu vida, solamente tú puedes decidir sobre ella. Si a los demás no les parece, o no les gusta, probablemente sea porque los estás retando, y tarde o temprano lo aceptarán, y si no lo hacen tendrán otra oportunidad en otro momento de hacerlo, dales una oportunidad.

El único control que puedes tomar es el de ti misma, pero para recuperarlo tendrás que aceptar que lo has perdido, y tendrás que dejarme que yo me exprese, que aparezca para decirte con todos esos síntomas tan horribles todos esos mensajes tan claros. Pero si me reprimes y te distraes cada vez que llego, no podré hablarte, no podré ayudarte, y apareceré cada vez más fuerte.

Así es que la próxima vez que aparezca detente, cierra los ojos y permítete sentir sobre todo lo que te estoy diciendo, apaga tu mente racional por un momento, déjate llevar y entiéndeme. Después empieza el cambio en tu vida con acciones claras y específicas, y casi sin que te des cuenta, me iré.

Espero solo tener que llegar a tu vida las veces necesarias, y cuando lo haga recuerda: no quiero hacerte daño, quiero ayudarte a que recuperes tu propio camino de evolución, ese camino que si lo tomas te hará emocionalmente mucho más fuerte y feliz.

Y ya para terminar, ojalá llegue el día en que puedas verme como lo que soy: tu esencia.

Soy tú misma gritándote con desesperación que por favor me escuches. Así es que hola, yo soy tú, hablándote desde el fondo de tu corazón, tocándolo y zarandeándolo insistentemente para que me prestes atención. Lo que sientes no es taquicardia, soy yo, tu esencia, que quiere salir de ahí.

Con cariño tu esencia disfrazada de ansiedad.


Adaptación del texto de Fabiola Cuevas

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Emociones: ¿qué son? ¿cuántas hay? ¿cómo determinan nuestra conducta?



Las emociones parecen gobernar nuestra vida cotidiana. Tomamos decisiones en función de si estamos contentos, enojados, tristes, aburridos o frustrados. Elegimos nuestras actividades y pasatiempos basándonos principalmente en las emociones que nos sobrevienen en cada momento y nos incitan a realizar una determinada acción.



¿Qué es una emoción?

“Una emoción es un estado psicológico complejo que implica tres componentes distintos: una experiencia subjetiva, una respuesta fisiológica, y una respuesta conductual o expresiva”. (Hockenbury y Hockenbury , 2007)

Para entender mejor lo que las emociones son, vamos a centrarnos en los tres elementos clave antes mencionados.

La experiencia subjetiva

Aunque los expertos creen que hay una serie de emociones básicas universales que son experimentadas por personas de todo el mundo independientemente de su origen o de su cultura, los investigadores también creen que la experiencia de la emoción puede ser muy subjetiva. Además, no siempre experimentamos formas “puras” de cada emoción, ni las mismas emociones se manifiestan ante acontecimientos o situaciones de la vida similares.

La respuesta fisiológica

Si alguna vez has sentido un nudo en el estómago, o fuertes palpitaciones en el corazón debido a la ansiedad o el miedo, entonces sabrás que las emociones también pueden causar reacciones fisiológicas importantes. Muchas de las reacciones físicas que se experimentan durante una emoción, como la sudoración de las manos, el ritmo cardíaco acelerado, la respiración rápida, son controlados por el sistema nervioso simpático, una rama del sistema nervioso autónomo que controla las respuestas involuntarias del cuerpo.

Mientras que los primeros estudios sobre la fisiología de las emociones tienden a centrarse en estas respuestas autonómas, la investigación más reciente se ha centrado en el papel del cerebro en las emociones. Los escáners cerebrales han demostrado que la amígdala, parte del sistema límbico, juega un papel importante en la respuesta fisiológica emocional, y en particular en el miedo.

La respuesta conductual

El componente final es tal vez con el estamos más familiarizados, por ser la expresión real de la emoción. Gastamos una cantidad significativa de tiempo en interpretar las expresiones emocionales de las personas que nos rodean. Nuestra capacidad de comprender con precisión estas expresiones está ligada a lo que llamamos inteligencia emocional y estas expresiones juegan un papel importante en nuestro lenguaje corporal en general.

Los investigadores creen que muchas expresiones son universales, como la sonrisa para indicar felicidad o placer, o el ceño fruncido para expresar tristeza o disgusto. Pero las normas culturales también juegan un papel importante en la forma de expresar e interpretar emociones. En Japón, por ejemplo, las personas tienden a ocultar las manifestaciones de miedo o disgusto cuando se encuentran en presencia de una figura de autoridad.

¿Cuántas emociones hay?

En realidad, hay un número de diferentes teorías de la emoción que intentan identificar y clasificar la experiencia emocional humana. En 1972, el psicólogo Paul Eckman sugiere que existen seis emociones básicas que son universales a lo largo de las culturas humanas: miedo, asco, enfado, sorpresa, felicidad y tristeza . En 1999 se amplió esta lista para incluir una serie de emociones básicas como la vergüenza, la excitación, el desprecio, la vergüenza, el orgullo, la satisfacción y la diversión.

Durante la década de 1980, Robert Plutchik introdujo otro sistema de clasificación de la emoción conocida como la “rueda de las emociones”. Este modelo demuestra cómo las diferentes emociones pueden ser combinados o mezclados entre sí, del mismo modo en que un artista mezcla colores primarios para crear otros colores. Plutchik sugiere que hay 8 dimensiones emocionales primarias y contrapuestas: alegría frente a tristeza, ira frente a miedo, confianza frente a disgusto y sorpresa frente a anticipación. Estas emociones, pueden combinarse en una gran variedad de formas. Por ejemplo, la felicidad y la anticipación pueden combinarse para crear el optimismo.

¿Es lo mismo emoción que estado de ánimo?

En el lenguaje cotidiano, utilizamos a menudo los términos “emociones” y “estados de ánimo” de manera intercambiable, pero los expertos hacen distinciones entre los dos. ¿Cómo se diferencian ? Una emoción es normalmente bastante corta, al mismo tiempo que intensa. Las emociones son también propensas a tener una causa definida e identificable. Por ejemplo, después de estar en desacuerdo con un amigo en una conversación, es posible que nos sintamos enojados por un corto período de tiempo.


Por su parte, un estado de ánimo es por lo general mucho más suave que una emoción, pero de mayor duración. En muchos casos, puede ser difícil identificar la causa específica de un estado de ánimo. Por ejemplo, es posible sentirse triste durante varios días sin ninguna razón aparente o identificable.


Extraído de What Are Emotions? By Kendra Cherry, About.com Guide