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lunes, 16 de julio de 2018

BIOLOGIA DE LA CREENCIA....


La biología de la creencia: cómo tus pensamientos transforman tu organismo


Si crees que tu destino biológico es inmodificable, que tus genes te determinan o que eres una víctima de tu herencia, has de saber que este viejo dogma del determinismo genético es simplemente erróneo.

La epigenética, una nueva y revolucionaria rama de la ciencia, nos muestra que los genes no controlan nuestra biología, no controlan su expresión y ni siquiera controlan su propia actividad. Las señales ambientales y nuestra percepción de esas señales -lo que pensamos acerca de lo que nos pasa- son los elementos que determinan nuestro comportamiento celular y la forma en que nuestros genes se expresan (un mismo gen o modelo puede expresar miles de variantes).

En un ambiente enfermo, nuestras células enferman. En el momento en que cambiamos de entorno o modificamos la percepción de lo que sucede en nuestro entorno, se recuperan de inmediato y comienzan a crecer, reproducirse y florecer vigorosamente.

“Es una señal del entorno, y no una propiedad emergente del gen en sí mismo, lo que activa la expresión de ese gen” – H. F. Nijhout.

La nueva ciencia de la epigenética
El término epigenética, acuñado por Conrad Hal Waddington y ampliado recientemente por multitud de biólogos celulares (entre los que destaca el famoso Bruce Lipton), se refiere al estudio de las interacciones entre los genes y ambiente.

La epigenética nos muestra que el ADN no determina el comportamiento celular. Son las proteínas quienes, en función de las señales ambientales y nuestra percepción e interpretación de las mismas, gobiernan las funciones de la célula. Como si de directores de orquesta se tratara, el movimiento de las proteínas administra el movimiento celular que rige nuestras funciones orgánicas.

Nuestra biología se adapta a la información ambiental que penetra por nuestros sentidos y a la interpretación que nuestra mente hace de esa información, es decir, lo que pensamos acerca de lo que nos pasa. En un ambiente tóxico, las células enferman y mueren. No están orgánicamente enfermas ni determinadas por el ADN, sino que enferman como respuesta a un entorno insano o una percepción insana del entorno.

Cuando nuestras células no funcionan correctamente, nuestro cuerpo manifiesta síntomas. Los síntomas son indicadores biológicos de que algo no anda bien con el comportamiento celular. No son el problema, sino que simplemente nos avisan del verdadero problema: la presencia de señales de amenaza (bioquímicos tóxicos o contenidos mentales tóxicos) que provocan una detención de nuestras funciones de crecimiento psicobiológico.

“La mente le dice a nuestra biología lo que está pasando en el mundo y lo que debemos hacer para ajustarnos a esos eventos.”

La biología de la creencia y el poder de la intención
El sistema nervioso es el mediador entre las señales ambientales y el comportamiento celular. Podríamos decir que es el árbitro que decide qué mecanismos biológicos activar o desactivar. Conforme a su decisión, el organismo libera los bioquímicos apropiados, que se comunican con las proteínas y les indican cómo orquestar el movimiento celular, las funciones de la vida.

Este árbitro solo puede tomar dos decisiones: protección o crecimiento. Ambos modos de nuestro sistema nervioso, simpático y parasimpático, no pueden operar al mismo tiempo. Estamos en protección o estamos en crecimiento.

El árbitro decide, pero no interpreta. ¿Quién interpreta? La interpretación de las señales ambientales es trabajo de la mente. Nuestras creencias, alojadas en nuestra mente inconsciente, modifican nuestra percepción. La forma en que percibimos lo que nos sucede, nuestra interpretación subjetiva y nuestros pensamientos, le sirven al árbitro para decidir si debe activar el mecanismo de protección o el mecanismo de crecimiento.

Cuando pensamos que el entorno contiene amenazas (cuando nos hallamos bajo estrés, miedo, ansiedad o depresión) activamos el modo de protección, el sistema nervioso simpático. Todas nuestras funciones de crecimiento orgánico se detienen al instante, y también se detienen todos nuestros procesos cognitivos superiores. Las hormonas del estrés y los agentes inflamatorios -tales como el cortisol, la epinefrina, las citoquinas o la histamina- invaden nuestro sistema, detienen el crecimiento biológico y debilitan el sistema inmune. Mantenernos en este modo de lucha o huida por períodos demasiado dilatados es realmente peligroso. Para conservar nuestra salud necesitamos reemplazar cientos de miles de millones de células diariamente. Si estamos constantemente en protección, esto no sucederá. El resultado: desequilibrio y enfermedad.

Cuando nos sentimos seguros, nuestro sistema nervioso activa el modo de crecimiento, también llamado Respuesta de Relajación o sistema nervioso parasimpático. La sangre comienza a fluir abundantemente en el torso y la cabeza, donde se encuentran nuestros órganos y todas nuestras funciones de crecimiento. Liberamos bioquímicos como la dopamina, la oxitocina, la vasopresina y la hormona del crecimiento, que realzan nuestra salud. Nuestro cuerpo mantiene su integridad, nuestras células se dividen con normalidad y todas nuestras funciones orgánicas operan óptimamente.

El origen de nuestra percepción, la interpretación de la mente, se halla en nuestro sistema de creencias. Y los pensamientos que nuestras creencias generan y sostienen están íntimamente conectados con nuestra biología, nuestra genética y nuestro comportamiento celular. Cuando la creencia cambia, la percepción también cambia; cuando la percepción cambia, los pensamientos cambian, y las respuestas neuroquímicas se transforman. La mente le dice a nuestra biología lo que está pasando en el mundo y cómo debe cambiar para ajustarse a los eventos que enfrentamos.

El efecto placebo: lo que tu mente cree, tu cuerpo crea
En un estudio los pacientes debían recibir una cirugía artroscópica de rodilla para sanar sus dolencias. Mientras que un grupo recibió la cirugía habitual, otro grupo recibió un placebo que consistía en una operación falsa: el paciente salía con una incisión suturada y la creencia de que había recibido cirugía, cuando en realidad no se le había efectuado ninguna intervención. Ambos grupos presentaron el mismo nivel de mejora.

En 1950, el Dr. Wolf (ver estudio aquí) trabajaba con mujeres a las que les habían introducido una esfera gástrica. Debido a las contracciones estomacales, experimentaban intensas náuseas y vómitos. El placebo fue la administración de un supuesto fármaco novedoso con la promesa de que eliminaría por completo esas sensaciones y reacciones fisiológicas. El fármaco era en realidad “epicac”, un químico que induce el vómito. Los pacientes creyeron firmemente que este nuevo y revolucionario fármaco detendría los vómitos, y no solo hizo eso, sino que además las contracciones estomacales regresaron a la normalidad. La creencia fue el único factor de recuperación.

En 1962, los doctores Ikemi y Nakagawa realizaron un estudio con pacientes adolescentes alérgicos al árbol de laca. Con los ojos vendados, les dijeron que uno de sus brazos sería expuesto a hojas de castaño y el otro a hojas de árbol de laca. Pero en realidad lo hicieron al revés: aplicaron árbol de laca donde les dijeron que aplicarían castaño, y viceversa. A pesar de su extrema alergia, el brazo que recibió árbol de laca permaneció igual, mientras que el brazo al que aplicaron castaño presentó una erupción cutánea severa. El cuerpo manifestó lo que la mente creyó (Fuente: Ikemi Y, Nakagawa S. A psychosomatic study of contagious dermatitis. Kyushu Journal of Medical Science. 1962;13:335–350).

Recordemos que no estamos hablando de evidencia anecdótica, sino de publicaciones científicas oficiales que legitiman el increíble poder que nuestra mente ejerce sobre nuestra biología.

“Podemos reescribir los programas que crean auto-sabotaje y malestar. Podemos cambiar nuestras creencias limitantes.”

Mente consciente, mente inconsciente
Consciente e inconsciente son partes interdependientes de la mente que poseen diferentes formas de aprender y operar.

La mente consciente es el resultado de la evolución más reciente del cerebro, la corteza prefrontal. Es la mente creativa e imaginativa que contiene nuestros deseos, anhelos y aspiraciones en la vida. Si alguien te pregunta: “¿qué quieres en la vida?”, tu respuesta viene de tu capacidad de imaginar y crear conscientemente estas imágenes del futuro deseado.

La mente inconsciente representa nuestros hábitos, programas y patrones. Por ejemplo, aprendemos a caminar a través de experiencia y repetición, pero una vez que hemos instalado este programa, se convierte en un hábito dirigido por la mente inconsciente. Cuando aprendemos un hábito, la mente inconsciente se encarga de reproducirlo de forma automática y reactiva sin que debamos pensar en ello,  lo que nos ahorra tener que aprenderlo una y otra vez. Fundamentalmente, la mente inconsciente es nuestra mente programada, y posee un tremendo potencial para grabar/descargar todo tipo de programas, especialmente durante la primera infancia. Nuestras creencias son también parte de esta programación inconsciente.

Hoy sabemos que los programas negativos y redundantes afectan nuestra salud. Sin embargo, si la calidad de nuestros programas es pobre no debemos culpar a nuestra mente, sino a nuestros programas. Nuestra mente no es los programas que contiene. Podemos reescribir los programas que crean auto-sabotaje y malestar. Podemos cambiar nuestras creencias limitantes.

¿Cómo hacer esto? Si nuestros programas son el resultado de un hábito, y un hábito es el resultado de una repetición sostenida, la repetición consciente de acciones diestras y pensamientos expansivos nos permitirá crear nuevos hábitos mente-cuerpo que reemplacen a los viejos hábitos inconscientes. El primer paso es adoptar una actitud correcta y tener la clara intención de reprogramar nuestras creencias restrictivas a través de la práctica continuada. La resiliencia es el Santo Grial que abona el camino de transformación de nuestras interpretaciones mentales, nuestros procesos biológicos y nuestro comportamiento.

Reescribiendo nuestra biología
El hábito de la práctica introspectiva es una de las mejores formas de reescribir nuestra biología. Al enviar señales de calma y seguridad a nuestro sistema nervioso, activamos voluntariamente los mecanismos biológicos de crecimiento.
En su libro Relaxation Revolution, el Dr. Herbert Benson, uno de los pioneros de la Medicina Mente Cuerpo y la Biología de la Creencia, comparte un fascinante estudio cuyos resultados demuestran que la mente puede influir en nuestra biología hasta el punto de modificar la expresión de nuestros genes y alargar el tamaño de nuestros telómeros.

Este estudio, llevado a cabo en la Harvard Medical School, reunió a 19 meditadores experimentados y 19 personas sin experiencia en prácticas mente-cuerpo. De los 20.000 genes que el Proyecto Genoma Humano estima que poseemos, el grupo no experimentado mostraba la nada desdeñable cantidad de 2.209 genes con una expresión diferente a la del grupo experimentado. Estos genes estaban asociados con enfermedades y condiciones médicas relacionadas con el estrés, incluyendo la deficiencia de respuestas inmunes, varios tipos de inflamación, envejecimiento prematuro, adelgazamiento de la corteza cerebral, problemas cardiovasculares y cáncer.

Después de solo 8 semanas de entrenamiento en diversas prácticas de atención plena durante 20 minutos al día, el grupo no experimentado cambió la expresión de 433 de estos genes, acercándose a la expresión génica del grupo de practicantes experimentados. Las probabilidades de que esto sucediera sin intervención voluntaria habían sido estimadas de 1 entre 10.000 millones.

Los protocolos del Dr. Benson y su equipo ofrecen evidencia irrefutable de que las prácticas introspectivas mente-cuerpo pueden activar el interruptor que enciende y apaga la expresión génica asociada a salud y enfermedad. La mente puede influir en el cuerpo hasta el punto de sanarlo.

Además, a medida que avanzamos en nuestra práctica introspectiva y nos volvemos íntimos con nosotros mismos, vamos viendo con claridad el sufrimiento que nos causamos. Poco a poco vamos comprendiendo nuestro dolor y nuestras desviaciones, y emerge en nosotros un entendimiento natural de las causas que nos han llevado hasta donde estamos. Cuando vemos nuestros patrones automáticos de comportamiento, nuestros pensamientos recurrentes, nuestras actitudes incorrectas, nuestras percepciones distorsionadas, nuestros bloqueos emocionales, nuestras desviaciones narcisistas y nuestros caprichos neuróticos, nos damos cuenta de que no somos eso que observamos y encontramos fortaleza interior. Vemos que son simplemente esquemas automatizados y restrictivos que crean desequilibrio y sufrimiento, y este conocimiento permite que nuestra capacidad de resiliencia emerja de forma natural.

La práctica de la atención plena es fundamental para poder permanecer en contacto con nosotros mismos y conocernos. Cuanto más atentos estamos a nuestros propios hábitos, más claramente podemos ver y reconocer qué motivaciones nos hacen sufrir, y cuáles no. 

La atención directa a nuestra experiencia vital presente, el viaje de regreso a la esencia que yace en la morada interior, nos trae discernimiento, serenidad y equilibrio, autorregulando nuestra biología en tiempo real.

La práctica de la atención plena es un camino hacia el autodescubrimiento y el autodesarrollo, una vía de realización que nos libera de los modelos de pensamiento perniciosos y las conductas deshonestas, permitiéndonos regresar a un estado de equilibrio natural en nuestro cuerpo (homeostasis) y en nuestra mente (claridad).

Resumiendo
  • Los genes no controlan nuestra biología. Nuestro comportamiento celular y nuestras funciones orgánicas dependen de las señales ambientales y de nuestra percepción de esas señales ambientales.
  • Si percibimos amenaza, nuestras células enferman. En el momento en que cambiamos de entorno o modificamos la percepción de lo que sucede en el entorno, las células regresan a su estado original de crecimiento y salud.
  • Nuestra percepción es dominio de la mente, y la forma en que la mente percibe depende de nuestras creencias, que básicamente son programas alojados en nuestro inconsciente.
  • Los programas mentales, fijados a través de la repetición y la experiencia, pueden ser eliminados y/o reprogramados.
  • El hábito de la práctica introspectiva, sostenido con una actitud resiliente, es una de las mejores formas de reescribir nuestra biología y regresar a un estado de funcionamiento óptimo en nuestro cuerpo y en nuestra mente.


Jorge Benito


miércoles, 5 de julio de 2017

Enfermedades Psicosomáticas: cuando la mente enferma al cuerpo

El origen del Trastorno Psicosomático

Cuando un problema emocional no se resuelve se puede convertir en un problema físico, a eso se le llama somatizar. Se presentan una gran diversidad de síntomas físicos y emocionales en los llamados trastornos de ansiedad, entre los cuales se destacan: los de ansiedad generalizada, las fobias, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno de estrés postraumático, el trastorno y ataque de pánico, por citar algunos.
En su origen los trastornos se presentan por el hecho de pasar por un acontecimiento tensionante real o ficticio, lo cual activa mecanismos adaptativos como el miedo, el enfrentamiento o la huída ante una situación de amenaza, por ello las condiciones actuales relacionadas con agentes biológicos patógenos como el virus de la influenza, podrán agravar la situación de los pacientes con trastornos de ansiedad y seguramente hará que aparezcan nuevos casos de estos trastornos mentales.
En relación a los cuidados físicos, es importante entre otros aspectos activar nuestros mecanismos de defensa.  Por ejemplo, los mecanismos locales tienen como función principal bloquear el ingreso de gérmenes patógenos al organismo, por lo que se encuentran en áreas en contacto con el medio ambiente, como la piel, el aparato respiratorio, el aparato digestivo y otros (Pérez, 2000). Un indicador importante relacionado con este primer mecanismo de defensa y que nos puede hacer pensar que una amenaza real se esta convirtiendo en una amenaza mental o en un trastorno mental, es tener pensamientos rumiantes u obsesivos con respecto al lavado constante de las manos. Tocar de manera intencional o involuntaria un objeto para algunas personas se les convierte en un pensamiento en donde “ya se contagiaron o se contaminaron” y necesitan lavarse muy constantemente las manos, incluso hay quienes debido a esta actividad se provocan lesiones en la piel (irritación, desecación o descamación) por el uso exagerado de lociones o gel para asearse.
Causas que generan ansiedad
A continuación se exponen algunos ejemplos de los síntomas de padecimientos que provocan una fuerte ansiedad:
·       Tengo una carga de trabajo impresionante, ando corriendo todo el día de un lado para el otro y por más que me apuro no me alcanza el día para hacer mis actividades. Me siento muy cansado y sin energía, incluso me siento tan presionado que las cosas se me olvidan, pero mi médico dice que no tengo nada y eso me enoja (Roberto, Estrés)

  • Me preocupo por todo a mí alrededor y me preocupa estar preocupada hasta por cosas mínimas como salir al supermercado. Incluso he tenido problemas de gastritis y colitis (Silvia, Trastorno de Ansiedad Generalizada).
  • Soy un hombre físicamente fuerte, sin embargo; me es imposible subirme a un avión (Luis, Fobia a volar o aerofobia).
  • Cuando llego a una fiesta, pienso que todo mundo me mira y me critica. Me sonrojo y por supuesto prefiero estar en una esquina antes que hablar con las personas. Me es imposible hablar en público (Mary, Fobia Social).
  • No puedo hacer nada sin rituales, me lavo tres veces el cabello cuando me baño, me lavo las manos constantemente, no tolero el polvo en mi casa y pienso que algo o alguien me puede contaminar, eso me tiene con tensión todo el tiempo (Claudia, Trastorno Obsesivo Compulsivo).
  • De la nada me siento muy mal, mi corazón late fuertemente, siento que no puedo moverme, creo que me voy a volver loco, me falta el aire y he sentido incluso miedo a morirme (Víctor, Trastorno de Pánico).
  • Me la paso todo el tiempo preocupado por mi salud. Si escucho una enfermedad en poco tiempo ya siento tener esos síntomas, incluso traigo diferentes medicamentos en mi bolso, sólo por si los llegara a necesitar, aunque los médicos dicen que “no tengo nada” (Paulina, Hicondriaca).

La vida cotidiana nos lleva a estar alertas todo el tiempo. Vivir en una ciudad nos hace activar mecanismos tan viejos como las emociones, las cuales nos sirven entre otras cosas para comunicarnos, adaptarnos a diversas situaciones,  comunicar nuestros estados de ánimo profundos e interactuar en la sociedad.
Emoción significa conmover. El medio ambiente que nos rodea, la forma como nuestros propios padres las manifiestan y nuestros propios pensamientos, activan nuestras emociones y entonces se activan algunos estados fisiológicos y sentimientos subjetivos.
La reacción que presentamos ante un discurso en público es interpretada de forma distinta por cada persona. Alguien puede sudar y sentir tensión emocional, mientras que otra simplemente no quiere dejar el micrófono y gusta de seguir hablando. Dicho estímulo le puede producir un fuerte latido cardíaco asociado con estrés positivo, mientras que a alguien más le puede dejar paralizado siendo el inicio de un trastorno de ansiedad.
La relación entre mente y cuerpo
Aunque en la actualidad se tiene una idea más integral de cuerpo y mente como un todo, esto no siempre fue así. El hombre ha pasado por diversos paradigmas: Darwin (1809-1882) lo consideraba un ser biológico, para Descartes (1596-1650) el ser humano era racional, para Sigmund Freud (1856-1939) el ser humano era un ser psicológico, mientras que para Comte (1789-1857) el ser humano era un ser social.  De esta manera hoy día en esta integración mente y cuerpo del hombre se le considera como un ser: biopsicosocial (Barrera, 2008). Los cierto es que lo que afecta al cuerpo repercute en la mente y viceversa.
Los conocimientos actuales indican que hay mucho de físico en los trastornos mentales y mucho de mental en los trastornos físicos (DSM-V). 
Los mecanismos naturales de adaptación al medio ambiente
En la lucha adaptativa de la vida en lo que Darwin llamó la selección natural, las emociones de acuerdo al autor de la teoría de la evolución de las especies, tienen una función adaptativa al medio ambiente y de comunicación entre las especies.  Para Freud, las emociones se asocian con pulsiones instintivas que se encuentran en la personalidad y el inconsciente.
Con un enfoque también adaptativo en el primer cuarto del siglo pasado, el médico y fisiólogo Hans Selye (1945), relacionó los síntomas físicos de los enfermos con un sentido de lucha, enfrentamiento o huída ante una condición amenazante del medio, afirmó que: el stress es la respuesta inespecífica del organismo ante cualquier exigencia inesperada que, en general, se activa frente a una señal de peligro que produce miedo como mecanismo para la supervivencia del organismo (Selye, citado en Barrera, 2002).
El estrés se produce por un estímulo que crea un ambiente determinado, unos pensamientos y unas reacciones fisiológicas asociadas al estímulo estresor (violencia intrafamiliar, un accidente de tránsito, vivir una experiencia cercana con la muerte, enfermar o casarse), creando un desequilibrio físico químico y eléctrico, el cual se manifiesta en conductas fisiológicas y mentales. Sin embargo, el impacto recibido por cada persona será distinto aún cuando hayan presenciado el mismo acontecimiento. El escritor inglés William Shakespeare decía: “las cosas no son buenas ni malas, solo la mente hace que lo sean”.
Es “normal” sentir ansiedad ante acontecimientos como recibir un premio, conocer a la chica de sus sueños o presentar un examen. Dichos estímulos activan de forma natural mecanismos adaptativos para hacerles frente. Y, cuando la persona no puede adaptarse a los acontecimientos de la vida cotidiana, le producen nerviosismo que crece y se puede convertir en: estrés crónico, trastornos de ansiedad y puede desencadenar incluso un ataque de pánico o la muerte.
Si el cuerpo no puede soportar una gran carga de estrés se agota y enferma. Los síntomas iniciales de los desórdenes relacionados con el estrés incluyen un desequilibrio y se manifiesta como lo señala Balch (1990) en la parte fisiológica se transforman en: desórdenes digestivos, presión arterial alta, dolores de cabeza y mareos. Cuando el cerebro está bajo estrés, produce un exceso de la hormona ACTH, la cual inhibe la fabricación de glóbulos blancos, tan vitales para luchar contra las enfermedades (Balch J. & Balch P., 1990). Esto es, si estamos estresados baja nuestro sistema de defensa natural o sistema inmunológico y somos más susceptibles de enfermar no solo física sino también mentalmente.
Las actividades de la vida cotidiana
Llegar al concepto de equilibrio u homeostasis entre mente y cuerpo ha pasado también por un recorrido histórico, el cual en principio fue tomado de la fisiología con Claude Bernard (1865), hasta llegar a la psicología con Cannon (1932).
La homeostasis y la regulación del medio interno constituyen dos de los preceptos fundamentales de la fisiología, puesto que un fallo en la homeostasis deriva en un mal funcionamiento de los diferentes órganos. La homeostasis en psicología designa la tendencia general de todo organismo al restablecimiento del equilibrio interno cada vez que éste es alterado. Estos desequilibrios internos, que pueden darse tanto en el plano fisiológico como en el psicológico, reciben el nombre  genérico de necesidades.
Todos los días enfrentamos situaciones propias y ajenas que alteran el equilibrio de nuestra vida. Divorciarnos, la muerte de un familiar, la separación de la pareja, cambiarnos de domicilio, ser víctimas de un asalto, un incendio o temblor, en fin, hasta el tener una comunicación deficiente con amigos o familiares. Enfrentar y resolver dichos acontecimientos sería lo más común pero no siempre es así, pues en la gran mayoría de los casos nos guardamos en el cuerpo y en la mente situaciones que quedan grabadas cual si fuera un archivo en la computadora.
Los riesgos de somatizar un estímulo estresante
Si un acontecimiento de la vida cotidiana no puede resolverse se guarda en la mente y en el cuerpo en lo más profundo de nuestro ser.
Cada vez son más comunes los casos de personas que recorren un sinfín de especialistas de la salud y una vez que se les practicaron análisis sofisticados, el resultado es el mismo: “usted no tiene nada, su problema es psicológico”. Con la consecuente desesperación y enojo del paciente. Sin embargo, si volvemos al planteamiento inicial, la mente crea realidad, si una persona es incapaz de enfrentar un conflicto emocional, se va a alojar en el cuerpo, es decir, somatizamos el problema.
Los trastornos somatomorfos incluyen diversas condiciones en las que un conflicto psicológico se traduce en problemas o síntomas físicos que causan perturbación o deterioro en la vida de la persona. El término somatomorfo proviene de la palabra griega soma (cuerpo).  Sin embargo, los trastornos somatomorfos son considerados psicológicos y no físicos, debido a que no existe una anormalidad física para explicar el síntoma corporal (Halgin & Krauss, 2004).
Los síntomas que presentan las personas con algún trastorno de ansiedad son reales pero la solución no se encuentra en sus cuerpos sino en sus mentes. Mi pronóstico es que aquellas personas que hoy día los padecen tienen una muy alta  probabilidad de agravarse con la actual amenaza del virus de la influenza.
Sentir ansiedad ante una contingencia como la actual es un mecanismo muy natural. Seguir las recomendaciones de las autoridades como un procedimiento de prevención es lo mejor. Sin embargo, pasar de la ansiedad, al miedo, al pánico y suponer que se tienen todos los síntomas físicos de la influenza puede ser producto de un trastorno somatomorfo, es decir, podría una persona haber somatizado la enfermedad. Evidentemente, si este fuera el caso, la intervención de los psicólogos empezará toda vez que los médicos especialistas no hayan encontrado ninguna prueba de laboratorio en donde se hayan encontrado indicios del virus. Necesitamos los profesionales de la salud hacer sinergia dejando a un lado los celos profesionales. Ni los médicos estarán dando terapia psicológica ante la presencia de una enfermedad mental, ni lo psicólogos estaremos recetando algún medicamento ante la presencia de una enfermedad física.
En todos los casos la mejor arma para combatir cualquier enfermedad es la información y las acciones coordinadas entre autoridades, profesionales de la salud y pacientes. Es importante que ante cualquier síntoma de influenza acudir con los profesionales de la salud adecuados.
Juan Antonio Barrera Méndez
Psicólogo egresado por la Universidad Autónoma Metropolitana con una trayectoria de 20 años en terapia e investigación. Especialista certificado en terapias de aplicación de Campo Electromagnético que favorecen el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Director y Fundador de Atención y Tratamiento Psicológico

miércoles, 14 de enero de 2015

NUESTRO CUERPO REFLEJA NUESTRA GENEALOGÍA Y SUS RELACIONES



Nuestro Cuerpo refleja nuestra Genealogía y sus relaciones
No debemos caer en la Trampa de buscar Recetas infalibles porque no las hay, este Artículo sólo pretende dar unas pocas orientaciones que sirvan como base.
Queremos decir que asignar un Ancestro a cada Órgano o Área Corporal, es parecido a la tarea en la que se han enfrascado y se siguen enfrascando muchos Neurólogos localistas: la de asignar Funciones Cognitivas concretas a zonas Cerebrales concretas.
La Conclusión a la que llegan es que hay Especialización hasta cierto punto, porque en el Cerebro, igual que en el Universo, primero Todo Interacciona con Todo y segundo, descubren que se trata de un Holograma, de manera que todo está contenido en cada Parte del Todo.

Antes de seguir, tenemos que tener en cuenta que en cada Zona Corporal conviven tres informaciones:
1.-La Memoria de nuestro Árbol Genealógico;
2.-La Memoria Biográfica Personal;
3.-Los Mensajes que el Sabio Interior nos envía a través del Cuerpo.

1.- La Memoria de nuestro Árbol Genealógico:
La Familia está viva en la Piel, en el Cuerpo, está hablando. Hasta tal punto que podemos reconocer a nuestro Árbol por la huella que este ha dejado en nosotros. Esa “Cierta Especialización” de la que hablábamos, en la que los Estratos de nuestro Árbol Genealógico vive en cada uno de Nosotros se podría expresar así, muy a grandes rasgos:
PATERNO: Parte derecha del cuerpo;
MATERNO: Parte izquierda;
BISABUELOS: Hombros, cabeza;
ABUELOS: Tórax y brazos;
PADRES: Desde la cintura a las rodillas;
HERMANOS: Desde rodillas a plantas de los pies;

2.-La Memoria Biográfica Personal:
Desde la manera en la que somos Concebidos, hasta el efecto que nos ha causado la regañada del Jefe, pasando por el Tipo de Parto, cómo nos han Acariciado de Niños, todo queda escrito en el Cuerpo. Por ejemplo, consideramos que el Peso de la Culpa se asienta en la parte Alta de la Espalda y, los Traumas Infantiles en los Pies. La Piel es un gran lienzo en la que queda escrita la Historia de nuestras Relaciones con el Mundo.
3.- Los Mensajes que el Sabio Interior nos envía a través del Cuerpo:
Nuestro Cuerpo es el Mapa Físico de nuestra Conciencia, un fiel reflejo de cómo funcionamos en las distintas áreas de la Vida. Cualquier Síntoma Físico es una oportunidad para hacernos conscientes de que hay un área en nuestra vida que necesita atención.
El Cuerpo en su Totalidad se inclina al Andar: hacia Atrás o hacia Delante:
1.- Estaremos huyendo del Pasado si caminamos Inclinándonos ligeramente hacia Delante.
2.- Si nos Inclinamos hacia Atrás al Andar tenemos Miedo a entrar en la Vida.

La Cabeza.- También puede simbolizar al Padre y a todos los Ancestros Varones. Caminar con la Cabeza por Delante es igual a no reconocer nuestros Deseos, andamos refugiados en el Intelecto.
Los Tumores Cerebrales.- Tienen que ver con los Secretos Escondidos del Árbol.
Las Migrañas.- Con las Retenciones Sexuales.
Los Ojos como conjunto son de carácter masculino:
1.- El Ojo Derecho.- Es el Intelectual, el Racional.
2.- El Izquierdo es.- El del Corazón, el Ojo profundo, el de la Receptividad.
La Boca y las Orejas.- Simbolizan el Linaje Materno (son Receptivas).

La Sordera en el Oído Izquierdo.- Puede ser algo que No quiero escuchar del Linaje Femenino.
Los Dientes Picados.-  Son el resultado de la Rabia No Expresada.
La Garganta.- Es el Canal de Expresión y de Creatividad.
Tras una Amigdalitis.- Se esconde el Miedo, las Emociones Reprimidas y la Creatividad Sofocada.
El Pecho.- Aquí está la relación Corazón-Emociones. Si no nos han Amado desarrollaremos un Pecho Endurecido e Insensible.
Las Manos son el Símbolo de la Elección:
1.- La Mano Derecha.- Es el Símbolo de la Elección Racional, sin Fe.
2.- La Mano Izquierda.- Es la Intuitiva.
Las Uñas.- Son nuestras Defensas Simbólicas…¿Heredamos Uñas de mucho Grosor?
La Espalda.- Los Problemas simbolizan que Cargas a los Padres.
Si No nos acariciaron de pequeños podemos sufrir una Desviación de Columna Vertebral.
En la Espalda se van archivando los Conflictos No Resueltos de nuestro Pasado:
1.- En la parte Lumbar.- Está la Conexión con nuestra Sexualidad y creatividad (los padres).
2.- En la parte Dorsal.- Es la Conexión con nuestra Parte Emocional (los Abuelos en el Árbol).
3.- En la parte Cervical.- Nos conectamos con nuestro Intelecto (los Bisabuelos).
El Vientre.- La Madre y todo lo que “Digerimos de la Vida”.
Los Problemas de Estómago.- Están asociados al Miedo, a la Angustia y la Ansiedad.
La Pelvis.- Se conecta con la Sexualidad y con nuestros Padres
El miedo a la sexualidad puede traducirse en una Pelvis movida hacia Atrás.

Las Rodillas.- Nos muestran nuestra Flexibilidad, nuestra Adolescencia.
Si vivimos Encerrados en nuestro Castillo, Inflexibles, sufriremos con las Rodillas.

Los Pies.- Simbolizan el Territorio, conectados con nuestra Hermandad.
Cuando no estamos viviendo nuestra Vida, caminamos como un Ladrón sin hacer ruido.
Si somos Hijos de Padres Divorciados, o Separados… las Puntas de los Pies se Separan.
Vivimos una época buena en la Infancia… las Puntas de los Pies miran hacia Dentro.
Cuando los Pies se inclinan hacia fuera nos señalan que no tenemos un lugar en el Mundo.
Somos un Espíritu que utiliza un Cuerpo de vehículo para pasearnos por esta Vida, pero él no es una carrocería inerte, cada Célula contiene lo que fueron Nuestros Ancestros y lo que Somos Nosotros.


Y no olvidemos lo que dice el Proverbio Chino:

“Nada Sienta mejor al Cuerpo que el Crecimiento del Espíritu”