domingo, 27 de noviembre de 2016

¡Hola! Soy la ansiedad!




¡Hola! Soy la ansiedad, no te asustes…

¿Por qué te asustas tanto ante mi presencia? Sé que te sientes fatal cada vez que aparezco, que te desesperas y quisieras mandarme literalmente a la mierda, sé que si pudieras me matarías, sobre todo porque crees que soy yo la que te quiere matar o hacer daño, pero créeme, si no lo he hecho ya, no lo voy a hacer.

No estoy aquí para hacerte daño, no te voy a volver loco, ni voy a hacer que estalles de vergüenza o desesperación. Creo que ya te lo he demostrado cada vez que llego a tu cuerpo, te descompongo y te asusto, pero al final del día ni te he matado, ni he hecho que te vuelvas loca, ni que revientes de desesperación.

Si pudiera hacerlo, pues mira, no me tientes, no sé si lo haría, a veces te lo mereces… jejeje… disculpa por la broma de mal gusto y por la risa malévola, pero es mi extraño sentido del humor. No, no es esa en absoluta mi intención.

La verdad es que aparezco y te hago sentir todo eso porque no he logrado encontrar otra manera de hacerme escuchar por ti. Estás siempre tan ocupada tratando de ser exitosa, productiva, capaz, importante, etc., y sobre todo demostrando a los demás que eres digna de ser amada, querida, valorada, que no escuchabas mis pequeñas señales, y mira que soy insistente y me hago notar…

¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste aquella noche ese insomnio tan desesperante? ¿O aquel día que sin razón aparente empezaste a llorar en la situación más tonta? Bueno, pues todas esas veces era yo tratando de que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida, seguiste con tu misma manera de pensar. Entonces intenté algo más fuerte, hice que te temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te sudaran las manos… pero tampoco me quisiste escuchar.

Pero te lo digo en confianza, ya que nos conocemos de hace tantos años, los dos sabemos que sentías mi presencia, por eso cuando te quedabas tranquila, o era momento de estar sólo contigo misma, te empezabas a poner nerviosa, como si algo te impidiera a estar relajada. Te desesperabas porque no entendías con tu mente racional lo que estaba pasando, y claro, con tu mente racional no me ibas ni me vas a entender nunca.

Por eso me he rendido y he decidido escribirte. Y te felicito si estás leyendo lo que te digo y has llegado a estas alturas de la carta, porque eso significa que ya tienes el valor de escucharme, y créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran habilidad para evitarme y salir corriendo, huyendo de mí como huirías de un monstruo en un bosque oscuro.

Como esas veces que las que me evitas y te distraes durante horas con el móvil chateando con amigas, o echándole un vistazo a cualquier red social, o embobándote viendo la televisión casi sin echar cuentas a lo que ves… tratando de algún modo vivir las vidas de otras personas, muchas de las cuáles ni siquiera conoces, y todo para no enfrentar lo que no te gusta de la tuya.

O esas otras situaciones en las que con un par de copas, aunque te estás divirtiendo con tus amigas, lograbas adormecer tus nervios e inquietud. Y ni qué decir tienes de esas otras substancias que más allá de adormecerte, hacen que te fugues de esta realidad, tu realidad, la que no soportas ni quieres enfrentar.

Pero bueno, espero que ahora estés preparada para enfrentar tu realidad y escucharme por fin. Espero que estés lista para enfrentar la verdad de tu vida y de ti misma tal y como es, sin máscaras, sin dobleces, sin atajos imposibles, sin aspiraciones que no son realistas y que te cansan y desgastan.

Te voy a decir las cosas tal y cómo son.

Principalmente, lo que llevo tratando de decirte todo este tiempo es que ya es hora de evolucionar, necesitas hacerlo, lo siento, no hay de otra. Necesitas crear cambios muy profundos dentro de ti, pues por alguna razón no estás disfrutando de tu vida y no te sientes plena. Por eso yo estoy aquí, para ayudarte a recuperar esa plenitud que habita dentro de ti, y para lograrlo tendrás que deshacerte de lo que te impide tomar contacto con ella.

Estoy aquí para ayudarte a ver precisamente qué te impide contactar con tu sentido de vida, con tu pasión por vivir, con tu alegría y con la esencia de tu verdadero ser. Cada vez que yo aparezca en tu vida será porque por ti misma no te estarás dado cuenta que no estás siendo plena y feliz, así es que si vuelvo a aparecer, no te asustes, mejor agradéceme que llegué y escúchame.

Si realmente me escuchas no tardarás en hacer los cambios que necesitas hacer en tu vida, te pondrás manos a la obra inmediatamente, aunque cueste y tengas que hacer un gran esfuerzo y poner en empeño en ello. Claro, eso si quieres realmente sentirte bien de nuevo. Y sí, sé que quieres, pero también sé que quieres y es más fácil seguir en la comodidad de vivir con lo “conocido”, aunque lo conocido te haga daño.

Prefieres seguir buscando la aprobación y aceptación de los demás, haciendo lo imposible por llamar su atención, buscando seguridad y confianza en otras personas menos en ti, prefieres que los demás sean más responsables de tu persona que tú misma. Y claro, te entiendo, todos quisiéramos regresar a la barriguita de nuestra mamá y despreocuparnos de todo (ves, otra vez apareció este extraño sentido del humor que tengo).  Pues siento decirte que sólo entrando en un baño de aguas termales, podrás acercarte a esa experiencia, pero aunque te relajes no podrás estar mucho tiempo así, sería malo para tu salud. En serio, necesitas asumir que eres responsable de ti y que solamente tú me podrás escuchar, y cuando me escuches y vea que me hiciste caso créeme que me iré. Sólo tú puedes hacer que me vaya. Me iré en cuanto vea que estás haciendo esos cambios en tu vida, cuando vea que estás en camino en tu propia evolución personal, y que estás dispuesta a crecer y recuperarte a ti misma. Mientras no lo hagas lamento decirte que aquí seguiré. Y créeme, aunque sea mi trabajo a mí también me cansa, pero soy muy honrada y cumplidora.

En conclusión, si hoy estoy aquí es porque me necesitas. Necesitas de mí para modificar tu manera de interpretar tu realidad, la cual, permíteme decirte, está un poco distorsionada. Necesitas deshacerte de creencias que no sólo no te ayudan sino que incluso te limitan, necesitas reconciliarte y aceptar todo eso que te causó rabia y que guardas en tu interior. Necesitas deshacerte de ese enojo que guardas a tus seres queridos y recuperar tu libertad interior.

Necesitas de mí para hacer lo que te gusta en la vida, para ser tú misma, perder el miedo al rechazo o el abandono de los demás por ser realmente como eres. Necesitas de mí para ponerle límites a las personas que te lastiman, para que te agarres de valor y aprendas a decir que “no”, para que dejes de mendigar amor con quien no te merece, para que dejes de depender de la existencia de tu pareja para ser feliz, para que de una vez por todas cuides tu cuerpo y veles por tu salud.

¿De qué otra manera le habrías puesto atención a tu cuerpo? Probablemente de muchas maneras, pero es mi función, aunque te fastidie ¿verdad?, sobre todo cuando tienes ese dolor en el pecho, o cuando te cuesta respirar y parece que tus pulmones no se llenan suficiente de aire, o cuando parece que no puedes tragar con facilidad, o cuando te mareas y sientes que te vas a desmayar, etc. Necesitas darle a tu cuerpo el alimento que necesita, dejar de criticar tu físico y agradecerle por lo que te da, haz que sude y que se mueva, y duerme las horas que necesitas.

¿Por qué abusas de ti y te exiges tanto? No entiendo porque lo haces si lo tienes todo, lo eres todo, tienes toda la capacidad que necesitas para crear tu propia realidad, pero te tratas a ti misma como tu propia esclava, eres demasiado severa contigo, y estoy aquí para pedirte simplemente que dejes de hacerlo.

Así es que ya sabes, si realmente quieres que me vaya y vuelva sólo las veces que se estrictamente necesario y sin que te asustes tanto, toma el timón de ti misma, pregúntate qué has hecho que ha alterado tu equilibrio interior. Pregúntate realmente cómo quieres vivir y lucha por esa vida, tu vida, solamente tú puedes decidir sobre ella. Si a los demás no les parece, o no les gusta, probablemente sea porque los estás retando, y tarde o temprano lo aceptarán, y si no lo hacen tendrán otra oportunidad en otro momento de hacerlo, dales una oportunidad.

El único control que puedes tomar es el de ti misma, pero para recuperarlo tendrás que aceptar que lo has perdido, y tendrás que dejarme que yo me exprese, que aparezca para decirte con todos esos síntomas tan horribles todos esos mensajes tan claros. Pero si me reprimes y te distraes cada vez que llego, no podré hablarte, no podré ayudarte, y apareceré cada vez más fuerte.

Así es que la próxima vez que aparezca detente, cierra los ojos y permítete sentir sobre todo lo que te estoy diciendo, apaga tu mente racional por un momento, déjate llevar y entiéndeme. Después empieza el cambio en tu vida con acciones claras y específicas, y casi sin que te des cuenta, me iré.

Espero solo tener que llegar a tu vida las veces necesarias, y cuando lo haga recuerda: no quiero hacerte daño, quiero ayudarte a que recuperes tu propio camino de evolución, ese camino que si lo tomas te hará emocionalmente mucho más fuerte y feliz.

Y ya para terminar, ojalá llegue el día en que puedas verme como lo que soy: tu esencia.

Soy tú misma gritándote con desesperación que por favor me escuches. Así es que hola, yo soy tú, hablándote desde el fondo de tu corazón, tocándolo y zarandeándolo insistentemente para que me prestes atención. Lo que sientes no es taquicardia, soy yo, tu esencia, que quiere salir de ahí.

Con cariño tu esencia disfrazada de ansiedad.


Adaptación del texto de Fabiola Cuevas

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