El origen del Trastorno Psicosomático
Cuando
un problema emocional no se resuelve se puede convertir en un problema físico,
a eso se le llama somatizar. Se presentan una gran
diversidad de síntomas físicos y emocionales en los llamados trastornos de
ansiedad, entre los cuales se destacan: los de ansiedad generalizada, las fobias, el trastorno obsesivo compulsivo,
el trastorno de estrés postraumático,
el trastorno y ataque de pánico, por citar
algunos.
En su origen los trastornos se presentan por
el hecho de pasar por un acontecimiento tensionante real o ficticio, lo cual
activa mecanismos adaptativos como el miedo, el
enfrentamiento o la huída ante
una situación de amenaza, por ello las condiciones actuales relacionadas con
agentes biológicos patógenos como el virus de la influenza, podrán agravar la
situación de los pacientes con trastornos de ansiedad y seguramente hará que
aparezcan nuevos casos de estos trastornos mentales.
En relación a los cuidados físicos, es
importante entre otros aspectos activar nuestros mecanismos de defensa.
Por ejemplo, los mecanismos locales tienen como función principal bloquear el
ingreso de gérmenes patógenos al organismo, por lo que se encuentran en áreas
en contacto con el medio ambiente, como la piel, el aparato respiratorio, el
aparato digestivo y otros (Pérez, 2000). Un indicador importante relacionado
con este primer mecanismo de defensa y que nos puede hacer pensar que una
amenaza real se esta convirtiendo en una amenaza mental o en un trastorno
mental, es tener pensamientos rumiantes u obsesivos con respecto al lavado
constante de las manos. Tocar de manera intencional o involuntaria un objeto
para algunas personas se les convierte en un pensamiento en donde “ya se
contagiaron o se contaminaron” y necesitan lavarse muy constantemente las manos,
incluso hay quienes debido a esta actividad se provocan lesiones en la piel
(irritación, desecación o descamación) por el uso exagerado de lociones o gel
para asearse.
Causas que generan ansiedad
A
continuación se exponen algunos ejemplos de los síntomas de padecimientos que
provocan una fuerte ansiedad:
· Tengo
una carga de trabajo impresionante,
ando corriendo todo el día de un lado para el otro y por más que me apuro no me
alcanza el día para hacer mis actividades. Me siento muy cansado y sin energía,
incluso me siento tan presionado que las cosas se me olvidan, pero mi médico
dice que no tengo nada y eso me enoja (Roberto, Estrés)
- Me preocupo por todo a mí alrededor y me preocupa estar preocupada hasta por cosas mínimas como salir al supermercado. Incluso he tenido problemas de gastritis y colitis (Silvia, Trastorno de Ansiedad Generalizada).
- Soy un hombre físicamente fuerte, sin embargo; me es imposible subirme a un avión (Luis, Fobia a volar o aerofobia).
- Cuando llego a una fiesta, pienso que todo mundo me mira y me critica. Me sonrojo y por supuesto prefiero estar en una esquina antes que hablar con las personas. Me es imposible hablar en público (Mary, Fobia Social).
- No puedo hacer nada sin rituales, me lavo tres veces el cabello cuando me baño, me lavo las manos constantemente, no tolero el polvo en mi casa y pienso que algo o alguien me puede contaminar, eso me tiene con tensión todo el tiempo (Claudia, Trastorno Obsesivo Compulsivo).
- De la nada me siento muy mal, mi corazón late fuertemente, siento que no puedo moverme, creo que me voy a volver loco, me falta el aire y he sentido incluso miedo a morirme (Víctor, Trastorno de Pánico).
- Me la paso todo el tiempo preocupado por mi salud. Si escucho una enfermedad en poco tiempo ya siento tener esos síntomas, incluso traigo diferentes medicamentos en mi bolso, sólo por si los llegara a necesitar, aunque los médicos dicen que “no tengo nada” (Paulina, Hicondriaca).
La vida cotidiana nos lleva a estar alertas
todo el tiempo. Vivir en una ciudad nos hace activar mecanismos tan viejos como
las emociones, las cuales nos sirven entre otras cosas para comunicarnos,
adaptarnos a diversas situaciones, comunicar nuestros estados de ánimo
profundos e interactuar en la sociedad.
Emoción
significa conmover. El medio ambiente que nos rodea, la forma como nuestros
propios padres las manifiestan y nuestros propios pensamientos, activan
nuestras emociones y entonces se activan algunos estados fisiológicos y
sentimientos subjetivos.
La
reacción que presentamos ante un discurso en público es interpretada de forma
distinta por cada persona. Alguien puede sudar y sentir tensión emocional,
mientras que otra simplemente no quiere dejar el micrófono y gusta de seguir
hablando. Dicho estímulo le puede producir un fuerte latido cardíaco asociado
con estrés positivo, mientras que a alguien más le puede dejar paralizado
siendo el inicio de un trastorno de ansiedad.
La relación entre mente y cuerpo
Aunque
en la actualidad se tiene una idea más integral de cuerpo y mente como un todo,
esto no siempre fue así. El hombre ha pasado por diversos paradigmas: Darwin
(1809-1882) lo consideraba un ser biológico, para Descartes (1596-1650) el ser
humano era racional, para Sigmund Freud (1856-1939) el ser humano era un ser
psicológico, mientras que para Comte (1789-1857) el ser humano era un ser
social. De esta manera hoy día en esta integración mente y cuerpo del
hombre se le considera como un ser: biopsicosocial (Barrera, 2008). Los cierto es que lo
que afecta al cuerpo repercute en la mente y viceversa.
Los conocimientos actuales indican que hay
mucho de físico en los trastornos mentales y mucho de mental en los trastornos
físicos (DSM-V).
Los mecanismos naturales de adaptación al medio ambiente
En
la lucha adaptativa de la vida en lo que Darwin llamó la selección natural, las
emociones de acuerdo al autor de la teoría de la evolución de las especies,
tienen una función adaptativa al medio ambiente y de comunicación entre las
especies. Para Freud, las emociones se asocian
con pulsiones instintivas que se encuentran en la
personalidad y el inconsciente.
Con un enfoque también adaptativo en el
primer cuarto del siglo pasado, el médico y fisiólogo Hans Selye (1945),
relacionó los síntomas físicos de los enfermos con un sentido de lucha,
enfrentamiento o huída ante una condición amenazante del medio, afirmó que: el
stress es la respuesta inespecífica del organismo ante
cualquier exigencia inesperada que, en general, se activa frente a una señal de
peligro que produce miedo como mecanismo para la supervivencia del organismo
(Selye, citado en Barrera, 2002).
El estrés se produce por un estímulo que crea
un ambiente determinado, unos pensamientos y unas reacciones fisiológicas
asociadas al estímulo estresor (violencia intrafamiliar, un accidente de
tránsito, vivir una experiencia cercana con la muerte, enfermar o casarse),
creando un desequilibrio físico químico y eléctrico, el cual se manifiesta en
conductas fisiológicas y mentales. Sin embargo, el impacto recibido por cada
persona será distinto aún cuando hayan presenciado el mismo acontecimiento. El
escritor inglés William Shakespeare decía: “las cosas no son buenas ni malas,
solo la mente hace que lo sean”.
Es
“normal” sentir ansiedad ante acontecimientos como recibir un premio, conocer a
la chica de sus sueños o presentar un examen. Dichos estímulos activan de forma
natural mecanismos adaptativos para hacerles frente. Y, cuando la persona no
puede adaptarse a los acontecimientos de la vida cotidiana, le producen
nerviosismo que crece y se puede convertir en: estrés crónico, trastornos
de ansiedad y puede desencadenar incluso un ataque de pánico o la muerte.
Si
el cuerpo no puede soportar una gran carga de estrés se agota y enferma.
Los síntomas iniciales de los desórdenes relacionados con el estrés incluyen un
desequilibrio y se manifiesta como lo señala Balch (1990) en la parte
fisiológica se transforman en: desórdenes digestivos, presión arterial alta,
dolores de cabeza y mareos. Cuando el cerebro está bajo estrés, produce un
exceso de la hormona ACTH, la cual inhibe la fabricación de glóbulos blancos,
tan vitales para luchar contra las enfermedades (Balch J. & Balch P.,
1990). Esto es, si estamos estresados baja nuestro sistema de defensa natural o
sistema inmunológico y somos más susceptibles de enfermar no solo física sino
también mentalmente.
Las actividades de la vida cotidiana
Llegar
al concepto de equilibrio u homeostasis entre mente y cuerpo ha pasado también
por un recorrido histórico, el cual en principio fue tomado de la fisiología
con Claude Bernard (1865), hasta llegar a la psicología con Cannon (1932).
La homeostasis y la regulación del medio
interno constituyen dos de los preceptos fundamentales de la fisiología, puesto
que un fallo en la homeostasis deriva en un mal funcionamiento de los
diferentes órganos. La homeostasis en psicología designa la tendencia general
de todo organismo al restablecimiento del equilibrio interno cada vez que éste
es alterado. Estos desequilibrios internos, que pueden darse tanto en el plano
fisiológico como en el psicológico, reciben el nombre genérico de
necesidades.
Todos
los días enfrentamos situaciones propias y ajenas que alteran el equilibrio de
nuestra vida. Divorciarnos,
la muerte de un familiar, la separación de la pareja, cambiarnos de domicilio,
ser víctimas de un asalto, un incendio o temblor, en fin, hasta el tener una
comunicación deficiente con amigos o familiares. Enfrentar y resolver dichos
acontecimientos sería lo más común pero no siempre es así, pues en la gran
mayoría de los casos nos guardamos en el cuerpo y en la mente situaciones que
quedan grabadas cual si fuera un archivo en la computadora.
Los riesgos de somatizar un estímulo estresante
Si
un acontecimiento de la vida cotidiana no puede resolverse se guarda en la
mente y en el cuerpo en lo más profundo de nuestro ser.
Cada
vez son más comunes los casos de personas que recorren un sinfín de
especialistas de la salud y una vez que se les practicaron análisis
sofisticados, el resultado es el mismo: “usted no tiene nada, su problema es
psicológico”. Con la consecuente desesperación y enojo del paciente. Sin
embargo, si volvemos al planteamiento inicial, la mente crea realidad, si una
persona es incapaz de enfrentar un conflicto emocional, se va a alojar en el
cuerpo, es decir, somatizamos el problema.
Los
trastornos somatomorfos incluyen diversas condiciones en las que un conflicto
psicológico se traduce en problemas o síntomas físicos que causan perturbación
o deterioro en la vida de la persona. El término somatomorfo proviene de la
palabra griega soma (cuerpo). Sin embargo, los trastornos somatomorfos son considerados psicológicos y no
físicos, debido a que no existe una anormalidad física para explicar el síntoma
corporal (Halgin & Krauss, 2004).
Los síntomas que presentan las personas con algún trastorno de ansiedad son
reales pero la solución no se encuentra en sus cuerpos sino en sus mentes.
Mi pronóstico es que aquellas personas que hoy día los padecen tienen una muy
alta probabilidad de agravarse con la actual amenaza del virus de la
influenza.
Sentir
ansiedad ante una contingencia como la actual es un mecanismo muy natural. Seguir
las recomendaciones de las autoridades como un procedimiento de prevención es
lo mejor. Sin embargo, pasar de la ansiedad, al miedo, al pánico y suponer que
se tienen todos los síntomas físicos de la influenza puede ser producto de un
trastorno somatomorfo, es decir, podría una persona haber somatizado la
enfermedad. Evidentemente, si este fuera el caso, la intervención de los
psicólogos empezará toda vez que los médicos especialistas no hayan encontrado
ninguna prueba de laboratorio en donde se hayan encontrado indicios del virus.
Necesitamos los profesionales de la salud hacer sinergia dejando a un lado los
celos profesionales. Ni los médicos estarán dando terapia psicológica ante la
presencia de una enfermedad mental, ni lo psicólogos estaremos recetando algún
medicamento ante la presencia de una enfermedad física.
En todos los casos la mejor arma para combatir
cualquier enfermedad es la información y las acciones coordinadas entre
autoridades, profesionales de la salud y pacientes. Es importante que ante
cualquier síntoma de influenza acudir con los profesionales de la salud
adecuados.
Juan Antonio Barrera Méndez
Psicólogo egresado por la
Universidad Autónoma Metropolitana con una trayectoria de 20 años en terapia e
investigación. Especialista certificado en terapias de aplicación de Campo Electromagnético
que favorecen el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Director y Fundador de
Atención y Tratamiento Psicológico
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