¡Hola! Yo tengo muchos nombres: dolor de
rodilla, grano, dolor de estómago, reumatismo, asma, mucosidad, gripe, dolor de
espalda, ciática, cáncer, depresión, migraña, tos, dolor de garganta,
insuficiencia renal, diabetes, hemorroides, y la lista sigue y sigue.
Me he ofrecido como voluntario para el
peor trabajo posible: ser el portador de noticias poco gratas para ti. Tú no me
comprendes, nadie me comprende. Tú piensas que quiero fastidiarte, echar a
perder tus planes de vida, todos piensan que quiero entorpecerles, hacerles
daño o limitarles. Y no, eso sería un completo disparate. Yo, el síntoma,
simplemente intento hablarte en un lenguaje que comprendas. Que entiendas
A ver, dime algo, ¿Tú irías a negociar
con terroristas, tocando a su puerta con una flor en la mano y una camiseta con
el símbolo de “paz” impreso en la espalda? ¿No verdad?. Entonces, por qué no
comprendes que yo, el síntoma, no puedo ser “sutil” y “suavecito” cuando debo
darte el mensaje. Me golpeas, me odias, con todo el mundo te quejas de mi, de
mi presencia en tu cuerpo, pero no te tomas ni un segundo en razonar y tratar
de comprender el motivo de mi presencia en tu cuerpo
Sólo te escucho decirme: “Cállate”,
“vete”, “te odio”, “maldita la hora en que apareciste”, y mil frases que me
hacen impotente para hacerte comprender. Pero yo debo mantenerme firme y
constante, porque debo hacerte entender el mensaje.
¿Qué haces tú?
Me mandas a dormir con medicinas. Me mandas callar con
tranquilizantes, me suplicas desaparecer con antiinflamatorios, me quieres
borrar con quimioterapias. Intentas días con día, taparme, sellarme, callarme.
Y me sorprende ver que a veces, hasta prefieres consultar brujas y adivinos para
que de forma “mágica” yo me vaya de tu cuerpo.
Y yo, cuando mi única intención es darte
un mensaje, soy totalmente ignorado.
Imagínate que soy esa alarma con sirena en el Titanic, esa que intenta de
mil formas decirte que de frente hay un Iceberg con el que vas chocar y
hundirte. Sueno y sueno por horas, por días, por semanas, por meses, por años,
intentando salvar tu vida, y tú te quejas porque no te dejo dormir, porque no
te dejo caminar, porque no te dejo trabajar, pero sigues sin escucharme…
¿Vas comprendiendo?
Para ti, yo el síntoma, soy “La Enfermedad”
Qué cosa más absurda. No confundas las cosas.
Y vas al médico, y pagas por docenas de consultas médicas.
Gastas dinero que no tienes en medicamento tras medicamento.
Y sólo para callarme.
Yo no soy la enfermedad, soy el síntoma.
¿Por qué me callas, cuando soy la única alarma que está intentando
salvarte?
La enfermedad, “eres tú”, “es tu estilo de vida”, “son tus emociones
contenidas”, eso sí es la enfermedad.
Y ningún médico aquí en el planeta
tierra, sabe cómo combatir enfermedades. Lo único que hacen es combatirme,
combatir el síntoma. Callarme, silenciarme, desaparecerme. Ponerme un
maquillaje invisible para que tú no me veas.
Y sí, está bien si ahora que lees esto,
te sientes un poco molesto sí. Esto debe ser algo como un “golpazo a tu
inteligencia”. Está bien si por ahora te sientes un poco molesto o frustrado.
Pero yo puedo manejar tus procesos bastante bien y los entiendo. De hecho, es
parte de mi trabajo, no te preocupes. La buena noticia es que depende de ti no
necesitarme más. Depende totalmente de ti, analizar lo que trato de decirte, lo
que trato de prevenir.
Cuando yo, “el síntoma”, aparezco en tu
vida, no es para saludarte, no. Es para avisarte que una emoción que contuviste
dentro de tu cuerpo, debe ser analizada y resuelta para no enfermarte. Deberías
darte la oportunidad de preguntarte a ti mismo: ¿por qué apareció este síntoma
en mi vida?, ¿qué querrá decirme? ¿Por qué está apareciendo este síntoma ahora?
¿Qué debo cambiar en mí para ya no necesitar de este síntoma?
Si dejas este trabajo de investigación,
sólo a tu mente, la respuesta no te llevará más allá de lo que has hecho años
atrás. Debes consultar también con tu inconsciente, con tu corazón, con tus
emociones.
Por favor, cuando yo aparezca en tu
cuerpo, antes de correr al doctor para que me duerma, analiza lo que trato de
decirte, de verdad que por una vez en la vida, me gustaría ser reconocido por
mi trabajo, por mi excelente trabajo. Y entre más rápido hagas conciencia del
por qué de mi aparición en tu cuerpo, más rápido me iré.
Poco a poco descubrirás, que entre mejor
investigador seas, menos veces vendré a visitarte. Y te aseguro que llegará el
día en que no me vuelvas a ver ni a sentir. Al mismo tiempo que logres ese equilibrio
y perfección como “analizador” de tu vida, tus emociones, tus reacciones, tu
coherencia, te garantizo que jamás volverás a consultar a un médico ni a
comprar medicinas.
Por favor, déjame sin trabajo. O
¿piensas de verdad que yo disfruto lo que hago? Te invito a que reflexiones,
cada que me veas aparecer, el motivo de mi visita. Te invito, a que dejes de
presumirme con tus amigos y familia como si yo fuera un trofeo.
Estoy harto de que digas: “Ay pues yo
sigo con mi diabetes, ya ves que soy diabético”. “Ay pues ya no aguanto el
dolor en mis rodillas, ya no puedo caminar”. “Siempre yo con mis migrañas”. Me
presumes como si yo fuera un tesoro del cual no piensas desprenderte jamás.
Mi trabajo es vergonzoso. Y te debería
dar vergüenza presumirme ante los demás. Cada que me presumes, realmente estás
diciendo: “Miren
que débil soy, no soy capaz de analizar ni comprender mi propio cuerpo y mis
propias emociones, no vivo en coherencia, ¡mírenme, mírenme!”
Por favor, haz conciencia, reflexiona y
actúa. Entre más pronto lo hagas, más rápido me iré de tu vida.
Si dejas el trabajo sólo a tu mente, la
respuesta no te llevará más allá de lo que lo ha hecho años atrás. Sin embargo,
si preguntas a tu subconsciente, a tu corazón, obtendrás respuestas muy claras
que verdaderamente te ayudarán a continuar adelante.
Está genial para contarlo como cuento, se lo contaré al Maxi!!! :) asi ven los síntomas con mas conciencia en si mismo, me encantó! Muchas gracias :)
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