Mamá, háblame bajito para darme calma, para que pueda
crecer con tu afecto, con tu buen hacer. Mamá, háblame bonito para que me
inicie cuanto antes en el mundo de las emociones, para que el miedo no forme
parte de mí y pueda descubrir el mundo sintiéndome querido en todo momento.
Estas ideas resumirían sin duda muchos de tus
propósitos como madre, como padre y como toda persona que se preocupa por
garantizar el buen desarrollo de un niño. Porque lo creamos o no, la voz es
una herramienta de poder en la maduración de un bebé, es el canal por el
cual, él mismo asentará no solo el lenguaje, sino también su mundo emocional.
La voz y la gestualidad son aspectos claves para
establecer una adecuada conexión con nuestros hijos. Tanto es así, y esto no lo podemos olvidar, que los bebés entienden
conceptos, ideas y palabras mucho antes de empezar a comunicar. Las emociones
que les transmitimos con nuestro tono de voz, tienen a veces más poder que una
palabra. Basta con elevar el tono para que un bebé se asuste y se desencadene
el llanto.
Sin embargo, hablar entre susurros, de forma
cercana, afectuosa y sabiendo “acariciar” con la voz, genera en los niños una
calma maravillosa que impacta de forma muy positiva en su desarrollo. Son
datos importantes que queremos compartir contigo en “Eres mamá”.
Estamos seguros de que serán de tu interés y de que,
ya los pones en práctica con tus propios hijos.
Mamá, háblame bajito, háblame siempre que puedas
Si te decimos que un bebé prefiere la voz de su madre
a la de cualquier otra persona no debe extrañarte. A lo largo de su desarrollo
en el útero materno y a medida que se desarrollan las vías auditivas del
feto, es la voz de la mamá la que va a percibir en todo momento.
De hecho, y según han demostrado varios estudios,
después del nacimiento un niño, aún siendo prematuro, puede identificar la voz
de su madre y llega incluso a discriminarla de entre otras voces. Tanto es así,
que incluso ha quedado demostrado que cuando un recién nacido se siente
arropado por la voz de su madre, se mejora incluso su alimentación oral al potenciar el movimiento de succión.
Es sin duda algo maravilloso.
La voz de mamá tiene poder
La voz de mamá tiene el poder de calmar el estrés al
reducir los niveles de cortisol en sangre. Ahora bien, es importante recordar una vez más que este influjo
terapéutico y relajante solo tiene efecto si el tono de voz es relajado,
afectuoso y cálido.
- Los gritos generan alarma y miedo. Un bebé que crece en un contexto familiar donde abundan los gritos, desarrolla conductas desadaptativas y una desconexión emocional hacia sus progenitores. Los verá con temor o sentirá rechazo hacia ellos.
- Aún más, tampoco podemos olvidar que muchas de esas conductas que rodean a un niño, son las mismas que él mismo pondrá en práctica en el futuro. Si a un niño se le habla a gritos, tarde o temprano responderá con gritos.
Si mamá tiene un poder, debe utilizarlo bien.
Tu voz es ese canal familiar para el recién nacido que
debe servirle de guía en cada momento desde que llega al mundo.
Háblale bajito, al oído, dile cuánto lo quieres y lo
especial que es. No importa que no te entienda, porque lo que sí comprende todo
bebé es el lenguaje de las emociones. Un susurro afectuoso es como alimento
para su corazón. Un grito es como una herida en su cerebro. Debemos cuidar
mucho estos aspectos.
La voz y el tono crean una huella emocional en el
cerebro del bebé
Según un estudio publicado en la revista “Knowing Neurons“,
la voz de las madres activa la corteza prefrontal anterior de los bebés, así
como la región temporal posterior izquierda. Todo ello favorece la
especialización en el lenguaje de los niños para aprender a hablar.
Daniel Abrams, un neurobiólogo de la Escuela de Medicina
de la Universidad de Stanford, demostró cómo los bebés son capaces de
reaccionar positivamente a la voz materna frente a la de una desconocida en
menos de un segundo. Es algo mágico, algo que deja una huella en el cerebro
del bebé y que le acompañará de por vida: es un vínculo grandioso.
De hecho, los científicos se atreven a decir que la
mayoría de nosotros llevamos la voz de nuestra madre en los patrones neuronales
de nuestro cerebro.
Intentemos pues que nuestros hijos tengan esa impronta asociada a unas
emociones positivas, vinculadas a esa fuerza y a ese cariño siempre presente
con el cual, crecer día a día con madurez, autoestima y sabiduría.
Háblale bajito, háblale con el lenguaje del cariño
infinito, ahí donde no recurrir jamás a los gritos, a esa voz cansada que no
aprecia, que no atiende y que descuida. Sé como tú eres, una persona llena
de felicidad que se preocupa cada día por ofrecer lo mejor a tu hijo/a.
Fuente:eresmama.com
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