Tener un hijo es uno de los regalos más
grandes que puede recibir una mujer, pero no todas saben expresar su amor de
manera asertiva. Hay madres que, intentando proteger a sus hijos, se comportan
de forma demasiado sobreprotectora o controladora, de manera que terminan
limitando sus potencialidades. Cuando esto ocurre, se puede hacer referencia a
“madres tóxicas” ya que, en vez de contribuir al desarrollo de sus hijos, se
convierten en un obstáculo que afecta profundamente su equilibrio emocional.
¿Por qué las madres se comportan de
forma tóxica con sus hijos?
Muchas madres no se comportan de forma
tóxica a propósito. En ocasiones las causas de ese comportamiento se hallan en
la infancia que ellas mismas tuvieron. Cuando profundizamos un poco en su
historia, encontramos que durante su niñez fueron controladas en exceso por sus
progenitores o que estos las humillaban, maltrataban o se mostraban distantes
emocionalmente.
Como tenemos la tendencia a imitar el
estilo educativo con el que crecimos, la historia se repite otra vez, pero en
esta ocasión la víctima se convierte en verdugo. Se trata de un ciclo en el que
la madre pone en práctica las formas de educar y amar que le inculcaron en su
niñez, porque son las únicas que conoce. Aunque resulta curioso que muchas de
estas madres afirman que jamás les harían a sus hijos lo que les hicieron a
ellas pero, sin darse cuenta, terminan adoptando el repertorio de
comportamientos que tanto aborrecían.
En otros casos, las conductas de las
madres tóxicas se deben simplemente a determinados rasgos de su personalidad.
Por ejemplo, puede tratarse de mujeres tan dominantes y fuertes que necesitan
mantener todo bajo control, de personas que piensan que expresar los
sentimientos es un signo de debilidad y prefieren marcar las distancias
emocionales o de madres narcisistas demasiado volcadas sobre sí mismas. En
cualquier caso, en la base de esos estilos educativos casi siempre existe una
gran inseguridad ya que esos comportamientos son una forma para reafirmarse y
ganar en seguridad.
Los 5 tipos de madres tóxicas más
peligrosas
1. Desdeñosa. Se trata de madres que optan por ignorar
los logros de sus hijos. Si estos hacen algo por hacerla sentir orgullosa,
simplemente hacen caso omiso del esfuerzo, intentan minimizarlo o lo dan por
descontado. Por ejemplo, si el hijo llega con un regalo, en vez de
agradecérselo, se limitan a decirle que era su deber.
El problema es que los niños están
programados para buscar la aprobación y el amor de las madres, por lo que
crecer sin su atención es muy dañino. Como resultado, las personas que han
tenido una madre así se convierten en adultos que dudan de sus necesidades
emocionales, se sienten indignos de atención y tienen una profunda necesidad de
ser amados y validados.
2. Controladora. Estas madres se niegan a reconocer que
sus hijos son una persona independiente, con una personalidad propia y
capacidad para tomar decisiones. Básicamente, el hijo se convierte en una
extensión de ellas mismas, y debe estar dispuesto a hacer todo lo que ella
desee. Estas madres pretenden controlar cada aspecto de la vida de sus hijos,
incluso lo que deben pensar y sentir. Normalmente imponen esas reglas se “por tu propio bien, porque solo una madre
sabe lo que es mejor para su hijo”.
El resultado de ese control excesivo
suele ser una persona terriblemente insegura, que vive con una sensación de
impotencia perenne. Y es que la madre, al no validar sus palabras y
comportamientos durante la infancia, le inculcó la idea de que no era capaz de
tomar las decisiones por sí mismo y confiar en su juicio.
3. Inaccesible. Las madres distantes emocionalmente
están presentes físicamente y le proporcionan a su hijo los cuidados que
necesita pero no le brindan afecto. Se trata de madres inaccesibles,
desconectadas emocionalmente, que no responden con empatía a las emociones de
sus hijos bridándoles la confianza y la seguridad que necesitan para crecer.
Obviamente, lidiar con una madre
inaccesible emocionalmente puede ser muy difícil para un niño ya que estos
comportamientos generan malestar y confusión. De hecho, se ha demostrado que
incluso puede afectar la composición química a nivel cerebral ya que el
intercambio afectivo es fundamental para estimular los receptores de cortisol
en el niño, los principales encargados de absorber y amortiguar las hormonas
del estrés. Por eso, estas personas pueden tener problemas para lidiar con el
fracaso y las decepciones, así como sentirse culpables por ser felices y agobiarse
con responsabilidades para compensar la ausencia emocional.
4. Envidiosa. Se trata de madres que denigran
activamente a sus hijos y son hipercríticas ya que sienten celos de los logros
de estos. El problema es que ven a sus hijos como rivales, por lo que les
declaran la guerra, de forma abierta o encubierta. Generalmente recurren a
armas como la culpa y la vergüenza. En vez de reforzar la confianza del niño e
inspirar su potencial, piensan que es injusto que tengan éxito cuando ellas no
lo han tenido. Como resultado, intentan aplastar sus victorias, haciéndoles
sentir mal o culpándoles por su propio fracaso.
Obviamente, las personas que han crecido
con una madre así suelen tener una autoestima muy baja y a menudo se sienten
culpables, incluso por cosas que no dependen de ellos. También suelen sentir
que son indignos de cualquier logro, por lo que intentarán quitarse méritos.
5. Narcisista. Se trata de madres que están muy
preocupadas por las apariencias y las opiniones de los demás, que mantienen una
conexión superficial con sus hijos porque están demasiado centradas en sí
mismas. Vistas desde fuera, pueden parecer madres modelos, pero lo cierto es
que sus hijos se convierten en una auténtica Cenicienta. Por ejemplo, si el
hijo llega con un problema y necesita el apoyo de la madre, es probable que
esta le diga: “tú no
sabes lo que son realmente los problemas”, y comienza a hablar de los suyos,
haciendo caso omiso de las dificultades y conflictos del hijo.
Este tipo de comportamientos es muy
desconcertante ya que los niños esperan que sus madres les brinden apoyo pero,
en vez de eso, se encuentran subordinados a su ego, sometidos a una gran
presión. Una madre narcisista pedirá atención y adoración pero por mucho que su
hijo se esfuerce, nunca logrará complacerla. Estas personas, al llegar a la
adultez, terminan viviendo con miedo a que sus palabras o actos puedan ofender
a otros y a menudo establecen estándares demasiado altos para sí mismos, que
generan una tensión innecesaria en sus vidas.
¿Cómo lidiar con una madre tóxica?
El hecho de que una madre tenga
comportamientos tóxicos no significa que no ame a sus hijos, sino que no sabe
cómo relacionarse de una forma asertiva y empática con ellos. Por eso, es
importante que aprendas a lidiar con este problema. ¿Cómo hacerlo?
- Rompe el ciclo de la toxicidad. Cuando te percates de que tu madre
muestra comportamientos tóxicos, ponle freno. Es probable que se trate de un
patrón relacional de vieja data pero eso no significa que se debe perpetuar.
Hazle saber que eres lo suficientemente mayor como para tomar tus propias
decisiones, que ella puede opinar pero no decidir por ti ni anteponer
continuamente sus necesidades a las tuyas.
- Establece límites claros. Establece cierta distancia, que puede
ser económica, emocional o comunicacional. La idea es que delimites un
territorio propio en el que solo tú tengas acceso. De esta manera estarás
bloqueando el exceso de control y la manipulación, le demostrarás que necesitas
y estás dispuesto a alcanzar tu independencia y privacidad, porque no eres una
mera extensión de ella.
- Céntrate en lo que puedes controlar. Es probable que después de muchos años,
no logres cambiar todo lo que te desagrada de tu madre. De hecho, sería una
misión prácticamente imposible, pero puedes controlar tu reacción ante ello. En
vez de lanzar acusaciones que empeoren aún más la relación o intentar que entre
en razón, expresa tus sentimientos. Cuando intente desplegar sus armas,
simplemente dile: “No me
gusta que te comportes así, me haces daño”. Así al menos dejas claro que no
aceptas cómo te hace sentir.
- Marca una distancia de seguridad. No se trata de alejarte por completo de
tu madre, sino tan solo de marcar una distancia de seguridad. Por ejemplo, en
vez de pasar todo un fin de semana con ella, en el que invariablemente
termináis discutiendo, pasad tan solo un día juntos. Otra estrategia es pasar
tiempo junto a otras personas, ya que de esta forma los ataques suelen cesar o
tienen un alcance más limitado. Se trata de descubrir las situaciones que te
hacen sentir mal y evitarlas.
- Blíndate contra las emociones
negativas.
Cuando tu madre utilice sus clásicas técnicas de sabotaje emocional, intenta no
prestarles atención. Después de todo, la basura emocional solo se puede quedar
en tu interior si le haces espacio. Por ejemplo, si te dice que esa ropa te
sienta fatal, porque quiere minar tu autoestima, respóndele con seguridad
diciéndole que a ti te gusta y que no te cambiarás. También puedes explicarle
que ese momento no es el mejor para discutir cierto asunto, que hablarán de
ello cuando esté menos alterada y más dispuesta a escucharte.
- Sé asertivo y fomenta la comunicación. Intenta abrir un espacio de
comunicación asertivo donde expongas tus puntos de vista y deseos de una manera
abierta. Después de todo, tu madre te quiere, el problema es que no sabe
encauzar adecuadamente esa preocupación que siente por ti. Por tanto, explícale
cómo te sientes y cómo te limitan sus comportamientos. Intentad buscar la mejor
solución para ambos porque en los conflictos interpersonales, solo se gana
cuando ambas partes ganan.
Jennifer Delgado Suárez
Psicóloga de profesión y por pasión,
dedicada a hilvanar palabras.
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