La medicina tradicional china relaciona los distintos sabores, elementos,
las estaciones y las emociones con los diversos órganos del cuerpo.
Alegría: Cuando se desboca puede alterar el funcionamiento del corazón y el intestino delgado. El sabor que la potencia cuando falta y la controla cuando sobra es el amargo, propio de las hortalizas como la alcachofa, el espárrago, el brocoli, la escarola o la lechuga.
Tristeza. Este sentimiento puede estar vinculado con un desequilibrio de pulmón o del intestino grueso. Puede atenuarse introduciendo en la dieta habitual un poco de sabor picante -también en Occidente se relaciona con la alegría- a través de especias y alimentos como la guindilla, la nuez moscada, el curry, la pimienta negra, la mostaza, el berro, el rábano, el ajo o el puerro.
Preocupación: Si es excesiva puede afectar al funcionamiento del bazo y del estómago. Para moderar esa emoción pueden tomarse alimentos dulces y saludables. Frutas como la manzana, la uva, el melocotón o el plátano; cereales como el mijo, el arroz y el trigo; lo garbanzos; hortalizas como la remolacha, la zanahoria y el calabacín; y otros alimentos como la miel y las nueces, aportan seguridad emocional. Por supuesto, en ningún caso tiene sentido el abuso de estos alimentos. Los terapeutas chinos recomiendan siempre la presencia de todos los sabores y el equilibrio.
Cólera: La ira puede deberse en parte al exceso de “fuego” en el hígado y la vesícula biliar. El sabor que equilibra estos órganos es el ácido, así que a una persona afectada por la cólera le convienen los alimentos frescos y ácidos como las frutas cítricas. Los damascos, las fresas o las cerezas.
Miedo: Se relaciona con un exceso de “frio” en el riñón y la vejiga. Incrementar la presencia de alimentos salados en la dieta puede ayudar a regular esta emoción. La sal marina, el ajo, los pescados, el arroz integral o las semillas de sésamo son algunos alimentos recomendables
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