Con empatía se entiende a la capacidad cognitiva de percibir y compartir los sentimientos o experiencias de otra persona, dentro de un contexto común, e imaginar cómo sería encontrarnos en el lugar de esa persona situación.
¿En
qué consiste la Empatía?
A lo largo del
tiempo la empatía ha sido descrita de diferentes maneras, algunas incluso de forma
metafórica como: “ponerse en
los zapatos del otro” o “ver a través de sus ojos”; sería como
tener la capacidad de experimentar la vida como lo hace el otro, comprendiendo
sus pensamientos, sentimientos, emociones y significados de la realidad.
Significa sentir dolor o placer tal como el otro lo siente,
percibir las cosas de la misma forma, pero sin perder nunca el reconocimiento
de que es un “como si”, ya que no somos la misma persona. Si este “como si” se
pierde, entonces entramos en un estado de identificación poco realista o
recomendable.
Formas básicas de la
Empatía según Daniel Batson
El Psicólogo Social Daniel Batson propuso ocho formas diferentes de
“empatía”, las cuales están relacionadas entre sí, pero no constituyen varios
aspectos de ésta:
1. Conocer el estado
interno de la otra persona, incluyendo sus pensamientos y sentimientos. Esto nos puede
suministrar argumentos para sentir amabilidad hacia el otro, sin que esto sea
suficiente, ni indispensable para generar una motivación altruista. Esto quiere
decir que se puede ser consciente de lo que el otro piensa o siente, y
permanecer indiferente frente a su situación.
2. La imitación motriz y
neuronal: el
hecho de percibir a alguien bajo cierta situación, lleva a nuestro sistema
neuronal a adoptar un estado analógico al suyo, lo cual genera un mimetismo
corporal y facial acompañado por sensaciones similares a las de la otra
persona.
3. La resonancia
emocional: es llegar a sentirse
exactamente cómo se siente otra persona, ya sea un sentimiento de felicidad o
de tristeza. Aunque es imposible vivir exactamente la misma experiencia que
alguien, sí podemos sentir emociones similares.
4. Proyectarse
intuitivamente en la situación de la otra persona. Para verse afectado por
lo que le sucede a alguien más, no es necesario imaginar todos los detalles de
su experiencia, basta con saber que sufre.
5. Crear una
representación muy clara de los sentimientos de la otra persona gracias a lo que ella nos dice, a lo que observamos y a nuestros
conocimientos sobre dicha persona, sobre sus valores y sus aspiraciones. Imaginar
cómo se podríamos pensar y sentir en el lugar del otro.
6. Imaginar lo que
sentiríamos si estuviésemos en el lugar de la otra persona, con nuestro propio
carácter,
nuestras aspiraciones y nuestra visión del mundo.
7. El sufrimiento por
empatía: lo
que sentimos cuando somos testigos o evocamos el sufrimiento de otra persona.
Esta forma de empatía puede hacer que ignoremos la situación en lugar de asumir
una actitud altruista. En realidad aquí Batson no habla de preocuparse por la
otra persona, ni de ponerse en su lugar, sino de una ansiedad personal generada
por la otra persona. Desafortunadamente este sentimiento de sufrimiento no
genera necesariamente una reacción de amabilidad ni una respuesta apropiada
hacia la persona que padece. Si la resonancia con el sufrimiento de la otra
persona nos genera sufrimiento personal, debemos dirigir nuestra atención hacia
dicha persona y reactivar nuestra capacidad de expresar bondad y amor
altruista.
8. La amabilidad empática, que consiste en tomar
consciencia de las necesidades de los demás y en sentir el deseo sincero de
ayudarles. Según Daniel Batson, la amabilidad empática es la única respuesta
que se dirige hacia los demás y no hacia nosotros mismos, lo cual es necesario
y suficiente para producir una motivación altruista.
Daniel Batson afirma que las seis primeras formas de empatía
pueden contribuir a la creación de una motivación
altruista, pero ninguna de ellas garantiza que surja realmente
dicha motivación, como máximo constituyen sus condiciones indispensables. La
séptima forma, la del sufrimiento por empatía se encuentra claramente
en contra del altruismo. Solamente la última forma, es decir la amabilidad empática es necesaria y suficiente
para que nazca la motivación altruistaen nosotros y nos incite
a la acción.
Cómo se genera la Empatía
Para ser empático con
otra persona se requieren varias condiciones. Una es entrar en el mundo de la
percepción privada del otro y ser sensible, momento a momento, de los
sentimientos que fluyen en él o ella, ya sea miedo, rabia, dolor o confusión o
lo que sea esté experimentando. Significa que de alguna forma se vive
temporalmente en la vida del otro, moviéndose en su interior con delicadeza y
sin hacer juicios; entendiendo los significados conscientes de esta persona,
pero no tratando de descubrir los sentimientos más inconscientes o profundos,
ya que esto haría que demasiado amenazante. Incluye la comunicación sobre su
entendimiento del mundo, consultando sobre su forma de pensar y guiándose por
las respuestas que se recibe. Se trata de convertirse en un compañero de confianza
para que el otro nos deje entrar de alguna forma en su mundo interior.
Estar de esta manera con la otra persona significa que por un
momento, nosotros
dejamos a un lado nuestros propios puntos de vista y valores con el fin de
entrar en el mundo de la otra persona sin prejuicios. En cierto
sentido, esto sólo se puede hacer cuando la persona se siente lo
suficientemente segura de sí misma y reconoce que no se va a perder en el
mundo extraño del otro, y que puede volver a su propio mundo cuando lo desee.
Como vemos esta
descripción deja claro que el ser empático es algo más complejo, exigente, y
fuerte de lo que pueda parecer en un principio, pero también es algo sutil y
suave.
La Empatía en terapia:
Carl Rogers y el enfoque centrado en la persona
Para el psicólogo humanista Carl Rogers este es un proceso imprescindible en
la terapia centrada en la persona, la empatía es la cualidad más importante en todas
las formas de escucha terapéutica. Eso significa tener que
entrar dentro del mundo de la persona que viene para la terapia (usualmente
llamado el cliente) para que esa persona se sienta aceptada y comprendida. Dos
cosas son importantes en este proceso:
1. Que la empatía sea
precisa, y
2. Que el cliente sepa que
estamos empatizando con él o ella.
Ambas son habilidades que se pueden aprender, y marcan una gran
diferencia en la relación entre el cliente y el consejero o el terapeuta.
La segunda
cualidad es la autenticidad. Si con la empatía se trata de escuchar
al cliente, con autenticidad se trata de escucharnos a nosotros mismos, si
realmente sintonizamos y somos conscientes de todo lo que está pasando en
nuestro interior. Significa estar abiertos a nuestras propias experiencias, sin
negarlas ni apartarlas de nosotros. La autenticidad es más difícil incluso que
la empatía, ya que implica una gran cantidad de auto-conocimiento, que en
realidad sólo se obtiene pasando a través de realizar una auto-terapia de una
manera completa y profunda, para llegar a mostrarnos de forma sincera y
genuina.
La tercera
cualidad es la aceptación no posesiva. Esto significa que el cliente
pueda sentirse recibido de una manera humana, que no se sienta amenazado de
ninguna forma. En esta atmósfera de confianza se puede desarrollar la verdadera
confianza, y la persona puede sentirse capaz de abrirse a sus propias
experiencias y sus propios sentimientos.
Marta Guerri
Licenciada
en Psicología por la Universidad UOC, Barcelona (España). Diplomada en
Enfermería por la Universidad UB, Barcelona (España). Máster en Terapia de la
Conducta y la Salud
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